Para la realización de Taunus, Bernard Frize utilizó una herramienta de seis pinceles construida por él mismo. Con esta herramienta aplicó una pincelada única, pero múltiple, obteniendo una composición formada por líneas serpenteantes que se cruzan entre sí y que crean círculos, óvalos y cuadrados. La composición es marcadamente barroca; la obra no contiene ningún motivo reconocible, solo la pincelada que recorre toda la superficie en su serpenteo. Para Frize la pintura es solo el resultado del método que en cada caso ha elegido utilizar; el contenido de la obra es el mismo proceso de realización, un proceso que forma la estructura de la imagen. Por ello, busca que el espectador se aleje de las interpretaciones y asociaciones aprendidas a la hora de leer su trabajo, invitándole no a mirar, sino a reconstruir el acto de pintar. El gesto único y la no-interrupción de la línea hacen que el espectador intente seguir el trazado de la pincelada. El observador puede ver cómo las líneas se cruzan y se mezclan los colores, y descubrir las decisiones espaciales que el artista ha tomado en el momento de la realización de la pintura, reconstruyendo así el tempo de la pintura. Para Frize, «una obra debe poder facilitar la información de cómo está hecha, convirtiendo así al espectador en parte del proceso y separándolo de actitudes pasivas típicas de la historia de la pintura». Este interés por subvertir los rastros de la pintura heroica y narrativa, típica de la década de los ochenta- y lograr una especie de neutralidad expresiva afecta también a la elección del color. Aunque Taunus está compuesta por varios tonos, ninguno de ellos predomina sobre los demás, y su elección ha sido completamente arbitraria. Para finalizar el proceso, Bernard Frize aplica una capa de resina que borra cualquier posibilidad de interpretación de la textura. Con ello, el autor confiere a toda la composición una superficie brillante y fina, más propia de la imagen fotográfica que de una pintura: un resultado objetivo y frío que, sin embargo, posibilita la reconstrucción subjetiva del proceso de obtención de la imagen. La pintura de Bernard Frize es una especie de deconstrucción del mismo acto de pintar, de tal forma que evidencia su artificialidad.