Chema Cobo
España, 1952
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Chema Cobo fue uno de los integrantes más jóvenes de un movimiento iniciado por pintores y otros artistas residentes en Madrid entre principios y mediados de los años setenta del pasado siglo. Eran los llamados «nuevos figurativos madrileños», que en su inmensa mayoría era andaluces, como Guillermo Pérez Villalta (1948) o Manolo Quejido (1946), y que, en realidad, nunca constituyeron un grupo uniforme ni elaboraron un ideario común; su principal entendimiento radicaba en su idea de la pintura como práctica conceptual. Sus artistas de referencia en aquel entonces podrían conformar una especie de triángulo: en uno de los lados Marcel Duchamp (1887-1968) y Francis Picabia (1879-1953), Luis Gordillo (1934) en otro de ellos, y en el tercero ciertos pintores futuristas italianos y alguno «anómalo y extraño», como Charles Lapique (1898-1988). Buen narrador y dibujante, puso muchas de sus ideas por escrito y ha proseguido esta labor como ensayista en libros independientes y catálogos de exposiciones. Saltando de la Metafísica a la Patafísica, de 1982, año en que inició su andadura internacional, que le llevó primero a los Estados Unidos (especialmente Chicago) y años después a Bélgica, resume las principales características de su pintura en aquellos años: importancia central del color y de su aparentemente arbitraria distribución no representativa, sino intelectual y sentimental; composición que destruye a la vez que aprovecha las posibilidades de la perspectiva euclidiana mediante el uso reiterado de la simulación de los espejos y su duplicación de las imágenes; enunciado, tanto en el título como en la composición figural, de una cierta paradoja conceptual o proposición que guía la reflexión del espectador, y, en este caso, un salto hacia el absurdo jarryano desde la pureza del pensamiento aceptado. Posteriormente, Cobo se interesó en distintos relatos que intercalaban el pasado y el presente de la historia, centrándose en el Estrecho y en la colusión de culturas, y profundizó cada vez más agudamente en sus pronunciamientos y proposiciones, tanto aforísticas como visuales. En los últimos años se ha interrogado sobre las viabilidades y posibilidades de la representación y la sustancia real, visual y discursiva de la imagen.
Mariano Navarro