Ernesto Neto (Río de Janeiro, Brasil, 1964) sigue disfrutando hoy del prestigio internacional obtenido desde muy temprano en su carrera, y mantiene el lenguaje escultórico que ha ido desarrollando y enriqueciendo en los 25 años transcurridos desde sus primeras formulaciones. Estudió escultura en la Escola de Artes Visuais do Parque Lage y realizó cursos de intervención urbana y escultura en el Museu de Arte Moderna de Río de Janeiro. Neto fue uno de los protagonistas de la poderosa oleada de arte brasileño que contribuyó a transformar la geografía del arte en los años noventa. Era ya bien conocido en su país cuando, a partir de 1996, comenzó a mostrar su obra en galerías estadounidenses y europeas –en España expone regularmente desde ese año en la Galería Elba Benítez– y ganó repercusión con su participación en las bienales de Sydney y São Paulo, en 1998, y de Venecia, en 2001. Sus esculturas «blandas», realizadas con textiles (lycra, a menudo) rellenos de materiales diversos o formando membranas que atraviesan el espacio, reelaboran la tradición contemporánea instaurada por los artistas neoconcretos brasileños, de los que aprendió fundamentalmente la posibilidad de hacer de la forma algo social, vivencial. De otros maestros de la escultura brasileña, José Resende y Tunga, adopta el énfasis en las cualidades simbólicas de la materia. Las de Neto son esculturas para ser experimentadas corporalmente e implican al espectador de forma muy directa a través de los sentidos: colores, texturas, olores... Las formas orgánicas que crea se integran casi siempre en instalaciones que han adquirido en ocasiones dimensiones monumentales. Globulocell (2001) es un perfecto ejemplo de esa cualidad orgánica, así como del componente poético y meditativo que tienen sus obras. El artista se ha interesado por la capacidad comunicativa de la «piel», el contorno, como superficie en la que se interpenetran el interior y el exterior; a nivel corporal son las células –a las que hace referencia la obra presente en la colección– las que efectúan ese intercambio y, al hacer en estas obras una transcripción de las mismas, Neto incide en la asimilación de cuerpo y escultura.