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De 9 a 5
Título original: 9 to 5
1991
Acrílico sobre tela
Medidas: 106,7 x 243,8 cm
Referencia: ACF0682
En principio, esta pintura de formato extremadamente alargado recuerda las vistas panorámicas de gran alcance. Durante los años ochenta, Ruscha ya utilizó este formato en pinturas en las que sugería grandes espacios vacíos. En realidad se trataba de intervalos que, dada la acentuada longitud de la tela, adquirían un protagonismo absoluto. De hecho, en los extremos de la pintura, a izquierda y derecha, se encontraban palabras rotuladas. En una obra realizada por el artista en 1980, la palabra «hogar» quedaba aislada a la derecha, y mucho más a la izquierda, después de que la mirada hubiese recorrido lo que parecía una extensa curva planetaria, se agrupaba una serie en la que se leía: «lobos», «explosiones», «enfermedad» y «venenos».
En 9 to 5, los extremos pertenecen a una franja horaria. Este espacio de tiempo, muy probablemente de atención al público, aquí es acotado sin dejar apenas espacio vacío o intervalo. Aquel recorrido de la mirada de un lado al otro de la tela –para poder leer las palabras arrinconadas hacia los bordes–, o aquellas transiciones de luz –pasando de la oscuridad de la noche al amarillo cadmio de la luz del día–, como ocurre en muchos fondos de las pinturas de Ruscha, quedan aquí neutralizados y comprimidos entre dos cifras.
Sin embargo, ésta ya no es una pintura de palabras. 9 to 5 corresponde, por lo menos técnicamente hablando, a lo que se ha convenido en denominar pintura de siluetas. A pesar de todo, y a juzgar por su mensaje, la pintura aun nos recuerda las conocidas composiciones gráficas de Ruscha que arrancan en los sesenta. Así que, incluso en su aspecto, esta pintura también se sitúa en un intervalo. En este sentido, las acotaciones «a.m.» y «p.m.» tampoco dejan de aludir a una gradación de luz y a un recorrido solar que marca hitos horarios.
Las pinturas que desde mediados de los ochenta presentaron siluetas de contornos ligeramente vaporosos, aunque de cuerpo denso y aterciopelado, eliminaron en la mayoría de los casos las inscripciones características de Ruscha. De haberlas, sólo se sugería su posición dentro de la composición, como en Name (1987). En su lugar, iconos evanescentes pasaron a ocupar la posición de la figura, a pesar de su falta de nitidez. En este caso, 9 to 5 convierte las cifras en figuras. El tratamiento pictórico de números y letras sustrae su cualidad estrictamente gráfica y acerca las cifras a la categoría de figuras de un paisaje, como de hecho ocurre en el resto de las pinturas de este tipo.
La desmesurada ampliación de lo que podría ser un mensaje público abre, nuevamente, intervalos y distancias en el comprimido espacio de unos signos gráficos. La operación de síntesis que representan las cifras también se hace visible en el austero tratamiento cromático de la pintura.