Volver
Imprimir ficha
Añadir a Mi Colección
Miel, Plata, Sangre
Título original: Miele, Argento, Sangue
1986
Fresco
Medidas: Tríptico: 300 x 600 cm
Referencia: ACF0309
En 1980, Achille Bonito Oliva definió la transvanguardia como «un movimiento que atraviesa todas las tradiciones y toda la historia«. En el caso de Francesco Clemente, esa condición transhistórica que reclamaba Bonito Oliva se centra en el intento de hacer una pintura moderna en clave de pasado y que al mismo tiempo solucione la tensión entre distintas tradiciones; es decir, su desafío consiste en realizar una pintura que recoja la tradición clásica romana y renacentista en una formulación contemporánea, válida para la actualidad.
La voluntad de enlazar con el pasado es evidente en Miele, Argento, Sangue, pues se trata de un fresco. Francesco Clemente empezó a pintar al fresco a principios de los ochenta, recuperando una técnica característica tanto de la Roma antigua (Clemente estaba familiarizado con los restos de Pompeya y Herculano) como del Renacimiento italiano. Pero el hecho de utilizar la técnica del fresco implica también una calidad formal especial de la propia pintura. En primer lugar, su ejecución supone seguir estrictamente las técnicas antiguas en términos de dedicación –es necesario seguir un determinado horario o sistema para que el fresco y la pintura cuajen– y también, lo que todavía es más importante, la pintura debe ser aplicada con cierta rapidez, con lo que se elimina la posibilidad de hacer correcciones. La técnica del fresco refleja totalmente los intereses de Clemente, o sea, su voluntad de enlazar con el pasado y de realizar una obra que, fruto de su interés por la cultura oriental, establezca un diálogo con la naturaleza. En este sentido, la última característica que requiere la pintura al fresco es el uso de pigmentos naturales. De tal forma que, lejos de obtener los colores estridentes de los pigmentos hechos con aglutinantes artificiales, el resultado se caracteriza por una sensación de ligereza e inmaterialidad del color.
La obra Miele, Argento, Sangue está formada por tres franjas de color que reproducen los tres elementos que el título describe: tres elementos básicos que Clemente recupera de la cultura hindú. Con este título, Clemente supera la apariencia abstracta del cuadro y, lejos de convertirse en una apuesta exclusivamente formal y autorreferencial, el color adquiere fuertes connotaciones simbólicas y convierte el cuadro en una especie de ideograma. Su apariencia abstracta también se supera mediante la introducción de dos elementos figurativos y simbólicos: una mosca sobre la miel y los atributos sexuales del hombre y la mujer sintetizados. Con ello, Clemente no solo contribuye a desarrollar su interés por lo simbólico, lo alusivo y los ideogramas sutiles, sino que también introduce una nota de ironía.