Volver
La Grappa XXXVIII
1986
Óleo sobre tela
Medidas: 202 x 294 cm
Referencia: ACF0303
Imprimir ficha Imprimir ficha Añadir a Mi Colección Añadir a Mi Colección
A lo largo de los años ochenta, la pintura de Miguel Ángel Campano fue atravesada por la constante de la referencia histórica, que actuaba como motor y contrapunto de una mirada en busca de una justificación y una base que se situasen por encima de las coyunturas temporales y provisionales de lo estilístico. Hacia finales de 1985, Miguel Ángel Campano inició la serie «La Grappa», a la que pertenece esta obra, tomando como punto de partida y de referencia el cuadro de Nicolas Poussin L’Automne (también llamado La Grappe de Canaan o La Grappe de raisin rapportée de la Terre promise ), del ciclo «Les Quatre Saisons». Encargado por el duque de Richelieu, este ciclo de Poussin, en el que se sitúan relatos bíblicos en cada una de las épocas del año, ha sido considerado una de las cumbres de su pintura, pero también su testamento artístico e intelectual, ya que fue realizado por el pintor francés al final de su vida. No es la primera vez que Campano parte de una obra de Poussin para arrancar con una nueva serie. A principios de los ochenta trabajó a partir de otro cuadro de Poussin perteneciente a la misma serie, L’Hiver (o Le Déluge), lo que en 1983 le condujo a pintar una de sus obras más rotundas y emblemáticas, con el mismo título: Le Déluge. Más tarde, en 1989, otro cuadro de ese mismo ciclo poussiniano, L’Été (o Ruth et Booz), daría lugar a uno de los ciclos más extensos y fecundos de la pintura de Campano, que lleva el mismo título («Ruth y Booz» o sus siglas, «R. B.») y que se prolonga hasta 1991. En La Grappe de Canaan, Poussin ilustra la historia del robo de un inmenso racimo de uvas por parte de los exploradores enviados por Moisés al valle de Escol, en Canaán, al retorno del pueblo de Israel desde Egipto a la tierra prometida. Campano procede a un análisis exhaustivo de la composición de Poussin y acomete la realización de variaciones formales y estructurales. En esta obra concreta, identificada con la numeración XXXVIII, una marcada esquematización reduce los elementos figurativos a la evocación del objeto del deseo y botín de los exploradores: el gigantesco racimo de uvas y la vara que sirve para su transporte, que podría confundirse con las ramas de la parra que sostiene el racimo de uvas. La labor pictórica se centra en el fondo y en la relación de éste con los elementos figurativos que constituyen lo representativo y el primer plano, pero de manera elusiva. En el contexto de la serie, esta obra muestra las tensiones entre figuración, alusión o evocación y una abstracción de grandes deudas con la gestualidad.

Obras que te pueden interesar