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Habitación, rojo púrpura
Título original: Stanza, rosso porpora
1992
Estuco de color sobre madera
Medidas: Díptico: 200 x 570 cm
Referencia: ACF0079
Fotografía:
Foto: Attilio Maranzano, Documenta IX, Kassel, 1992
La obra de Spalletti ha sido definida en algún momento como la «manifestación epidérmica de un arte cuya interioridad material tiende a una sensualidad profunda ». En la mayoría de sus obras escultóricas, pero sobre todo en sus obras pictóricas, el color se erige como la «interfaz» de comunicación y expresión con el ambiente circundante y con respecto al espectador. Los colores que utiliza son en realidad metáforas de la propia presencia humana, de la permeabilidad del cuerpo humano. El gris, el blanco y el rosa canalizan lo corporal, mientras los colores celestes sugieren lo metafísico, el color del cielo.
Sus trabajos pictóricos podrían muy bien definirse como «instalaciones». Las obras se disponen en la habitación como fragmentos libres. Se atraen y se reflejan para producir una cualidad vertiginosa, debida a la reverberación vaporosa e inestable del color. El color no existe en la pieza de una manera unívoca, sino que tiende a expandirse por las mismas salas de exposición, que a menudo están cargadas de marcados componentes históricos, y en las que el artista se obliga a interactuar con las pátinas atmosféricas que el tiempo va dejando en ellas.
Las obras pictóricas de Spalletti han sido asociadas a las del pintor abstracto-expresionista Mark Rothko, por tratarse de pinturas clásicamente abstractas pero con referencias metafísicas. Rothko decía: «Una pintura no es la imagen de una experiencia, es una experiencia », muy en consonancia con las manifestaciones del propio Spalletti. También otros artistas, como Brancusi, parecen estar en la retina de Spalletti, por ejemplo cuando aquel señalaba: «Hablo de una escultura que tiene vida propia, no de un objeto que simplemente imita o reproduce formas de vida». No obstante, Spalletti apunta ciertas salidas a una idea de arte únicamente sometida a su propia forma, como podría ocurrir en las obras del artista norteamericano. Una lectura de la autonomía del objeto artístico no puede perder de vista las implicaciones que la propia historia de esas formas impregna en las interpretaciones del presente. Una concepción que ha estado muy presente en buena parte de la reflexión italiana sobre la pintura y la escultura desde mediados de los años sesenta, especialmente en la producción de los artistas povera.
Paralelamente, artistas más cercanos en el tiempo, como Piero Manzoni y sus «achromes» de los últimos años cincuenta, se sugieren como antecedentes conscientes que Spalletti parece tener presentes en su propia búsqueda de espacio entre lo cuasi-religioso y lo corpóreo, y en su investigación de los materiales que consiguen una nueva presencia a través del artista, como ocurre en la obra Vaso (1981), en la que Spalletti riega un volumen como si este fuera capaz de absorber lo externo.