Vieta es una artista que inicia su trayectoria a principios de los años noventa en el contexto de una nueva generación de artistas polifacéticos que apostaban por una obra frágil, de una objetualidad franca y de valores lingüísticos liberados de trabas, en los que el diálogo con el cuerpo humano y con los contextos cercanos de la casa y la naturaleza fue fundamental para dar salida a sus nuevos cuestionamientos. Mayte Vieta ofrece metáforas de vida que recrean dramáticamente las experiencias íntimas de la existencia. A través de sus acoplamientos objetuales, realizados con materiales de uso cotidiano cuya libertad asociativa trastoca el sentido y la función que les son propios, rescata imágenes de ensueño que parecen provenir de una vaga memoria residual, con la que busca referirse a los conflictos del alma. De un cargado simbolismo sobre el paso del tiempo y sobre las dificultades de la vida son también las imágenes de pequeños animales o raíces, con melancólicos apéndices, que la artista congela en refinadas esculturas de bronce, cristal o hierro. En sus fotografías e instalaciones acostumbra a establecer intensos diálogos con su propio cuerpo desnudo, balanceándose dentro de abismos marítimos oscuros y concéntricos, tan embriagadores como amenazantes, en una incierta lucha por la liberación desde lo que parece ser un inquietante aprisionamiento. Asimismo, sus fotos de paisajes intemporales, desprovistas de atributos, nos enfrentan a una desoladora inmensidad. Sin voluntad de referenciar los lugares, captura escenas panorámicas de simples y estremecedoras imágenes de agua, cielos rugientes, brumas y vapores, que confían a la metafísica de la propia naturaleza la función de evocar los miedos, soledades, frustraciones, olvidos y quimeras del hombre contemporáneo. Con sus imágenes, entre majestuosas y volátiles, atrayentes a la vez que huidizas, envueltas siempre en un tiempo suspendido, Mayte Vieta invita al espectador a asomarse a su propio interior ignoto.