Leonel Moura
Portugal, 1948
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El trabajo de este artista –hoy ubicado en el territorio casi marginal del arte tecnológico y la robótica pero esencial y central en la escena artística portuguesa y europea de las décadas de 1980 y 1990– siempre se ha articulado en torno a conceptos filosóficos y cuestiones críticas con el método creativo y con el sentido del arte y de la figura del artista. Precisamente el hecho de que su trabajo haya evolucionado desde la fotografía hasta la inteligencia artificial nos habla de un hombre inquieto y de un artista singular. La trayectoria de Leonel Moura radica en un cuestionamiento permanente y profundo de la idea de creación y de su adecuación a la sociedad actual. El significado de la obra de arte se cuestiona de formas diferentes a través de todo su trabajo. Esto se hace evidente en sus series de trabajos fotográficos con la utilización de fotografías sacadas de la iconología social, encontradas en diferentes lugares y soportes; nunca es autor de estas imágenes fotográficas que utiliza para componer unos trabajos que se encabalgan entre la pintura –por su estructura formal, el uso del color y los planos visuales–, la escultura –por su aspecto objetual y constructivo– y, por supuesto, la fotografía –ya que sobre esa imagen anónima o, por lo menos, más alejada de la idea de obra de arte, construye el contenido de su obra. La serie «España» toma como motivo la imagen de un cuadro simbólico dentro de la obra de Velázquez: Cristo crucificado. No es casual la elección de este lienzo de Velázquez –un pintor clave en la historia del arte y también en la evolución de la idea de artista–, que utiliza para crear un gran políptico en el que repite hasta tres veces el mismo motivo. Esta serie se relaciona con otras en las que desarrolla la imagen fotográfica como un elemento esencial del conocimiento y de su transmisión: «Portugal» (1987); «Europa» (1987), con retratos de diferentes filósofos europeos; «Ítaca» (1988), con imágenes emblemáticas del arte conceptual o del minimalista; y «Urban Times» (1991), que toma como tema la arquitectura. Todas estas obras fotográficas son de gran formato y se enmarcan en poderosas estructuras de hierro, parte esencial de un trabajo que presenta el arte y la historia de la cultura como un territorio acotado, al margen del espectador y del resto del mundo.
Rosa Olivares