Ignasi Aballí
España, 1958
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Ignasi Aballí (Barcelona, 1958) inicia su trayectoria artística en los años ochenta a través de la pintura, pero el carácter tradicional de sus primeros trabajos muta muy pronto en una nueva y peculiar concepción del lenguaje pictórico. El giro que propone es radical: abandonando la tradicional representación de la realidad, se concentra en la realidad de la pintura misma. Ello lo induce a utilizar las materias primas (azufre, carbón, ceniza, hierro, etc.) para despojar la pintura de cualquier carácter ficticio y apelar, así, a su estricta literalidad. Esta comprensión de lo pictórico que simplifica el lenguaje plástico comporta, a su vez, una ampliación de posibilidades, proyectando su trabajo en el marco de la crisis de la representación que caracterizó a la modernidad. Un ejemplo de ello es su obra Malgastar, en la que unos botes de pintura abiertos dejan secar su contenido material, como si la pintura se silenciara lentamente.
A partir de esta redefinición de la pintura, su trabajo parece desplazarse hacia el ámbito de las prácticas conceptuales. Con un minucioso método de trabajo basado en la recolección y clasificación de muy sutiles materiales propios de la cotidianidad (restos de tejidos, polvo, recortes de periódico, luz solar...), sigue aludiendo a la desaparición de lo pictórico como estrategia, precisamente, para que emerja un mundo real compuesto de simples huellas y rastros. Es así como su trabajo, concentrado en explorar las ambivalencias entre lo visible y lo ausente, multiplica de un modo progresivo la investigación en otros tantos mundos de supuesta contraposición: lo permanente y lo efímero, la creación y la apropiación o, de un modo muy especial en los últimos años, la tensión entre la realidad y la ficción.
La complejidad que rodea la idea de ficción es, en efecto, el punto de partida para la concepción de muchos de sus trabajos entre los que destaca la serie «Sinopsis» (2005), un proyecto realizado a partir de las sinopsis de películas publicadas en la cartelera de los periódicos, confrontadas con fotografías de espacios físicos donde aquellas se producen, ya sean platós de filmación o salas de proyección. El resultado es una narración que bascula entre los lugares reales en los que acontece la imagen cinematográfica y su carácter ilusorio. Este mismo interés por los procesos de construcción y aparición de la imagen en la cultura mediática se extiende en trabajos como los «Listados», construidos a partir de titulares de periódicos. Para la ocasión, Aballí recorta cifras y datos de todo tipo, ordenándolos luego en grupos: cantidades de personas, de muertos, heridos o desaparecidos, períodos de tiempo, sumas de dinero, países, etc. Al descontextualizar la información de su marco original, esta se reordena y se combina hasta la presentación de fragmentos de la realidad convertidos ahora en índices abstractos. En todos los casos, el mundo real ha sido filtrado por una atroz perspectiva mediática que reduce y encasilla los acontecimientos en meras estadísticas.
Otro de los trabajos que guardan una relación directa con esta metodología es Papel moneda (2007). La obra está compuesta por ocho cuadros realizados con la acumulación de papel moneda triturado proveniente del Banco de España. Concretamente cada uno de ellos ha sido realizado con virutas de un mismo billete de euro. El último cuadro de la serie es una mezcla de todos ellos. De nuevo, Aballí construye una narración inesperada reciclando en clave estética el material más preciado de nuestra sociedad, acumulándolo de tal manera que reduce todo su valor a la simple categoría de exposición.
Andrea Aguado Alemany