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Good God
1990
Madera, cemento, ceniza, almohada eléctrica, llaves y agujas de pino
Medidas: 164 x 64 x 94 cm
253 x 60 x 28 cm
60 x 15 x 8 cm
Referencia: ACF0689
Perteneciente a la serie «Good God», que Balka creó a partir de una obra anterior -When I Wet the Bed, de 1987-, esta instalación fue presentada en la sección Aperto de la Bienal de Venecia en 1990, impresionando al público internacional -que apenas conocía su trabajo, ya que Balka había expuesto en muy pocas ocasiones fuera de Polonia- por la riqueza espiritual de una escena compuesta por objetos tan simples y austeros: a la entrada del espacio, una pequeña pieza de madera (un viejo estante) en el suelo, que parece aludir a un reclinatorio; en segundo término, una cama de madera con un colchón de cemento blanco y una almohada eléctrica; y al fondo un tablón vertical con una L en su parte superior, que sugiere el crucifijo, aunque también podría ser la horca. En la obra de Balka se encuentran frecuentemente alusiones a la religión y a la Iglesia, como son aquí la plegaria, la crucifixión y la sepultura. La tradición de la Iglesia católica y su influencia en las costumbres polacas han tenido una repercusión determinante en la vida de este artista. «En mis obras el matiz espiritual se relaciona con los recuerdos de mi infancia, en los que la Iglesia es significativa. De niño mi experiencia fue muy negativa; la Iglesia era un instrumento de castigo». No es de extrañar, por lo tanto, encontrar en la producción de Balka un título tan inquietante como Good God, que el artista eligió tras su reflexión sobre la similitud ortográfica y conceptual existente entre las palabras inglesas God y good («Dios» y «bueno»), y sobre lo perturbadora que puede resultar su relación. A pesar de esta mala experiencia, Balka no ha dejado de utilizar el simbolismo religioso en su obra. Otros detalles de esta instalación, apenas visibles -como las diminutas piezas rojas de plástico incrustadas en la madera de la cama, a modo de gotas de sangre; la ceniza barrida y ocultada debajo del estante o reclinatorio de la entrada de la obra, símbolo de una pérdida; y las agujas de pino en el madero del fondo, signo de soledad, pobreza y destrucción-, son referencias a la transitoriedad de la vida que Balka proyecta en esta obra desde una perspectiva más mundana, la de su mundo privado, en el que son reales la enfermedad y la muerte del cuerpo humano, de ese cuerpo que siente la frialdad del cemento aunque la almohada eléctrica le ayude a mantener su temperatura corporal.