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Turbulento
Título original: Turbulent
1998
Videoproyección de dos canales: LaserDisc transferido a DVD (blanco y negro, sonido)
Medidas: 10'
Dimensiones variables
Referencia: ACF0681
Edición: 2/3
Premiada en la Bienal de Venecia de 1999, Turbulence es una videoinstalación formada por dos proyecciones en blanco y negro en las paredes opuestas de un espacio oscuro. En una pared aparece el cantante iraní Shahran Nazeri: en primer plano, de cara a la cámara y dando la espalda a una audiencia masculina, canta en play-back una canción popular. Frente a él, en la otra pared, la cantante de música no tradicional Susan Deyhim, vestida con un manto negro, de espaldas a la cámara, espera en silencio a que termine. Una vez el hombre ha concluido y saludado a su público, la mujer se da la vuelta, mira a la cámara y empieza a cantar enfrentándose a una sala completamente vacía. En la pared contraria los hombres, aunque están presentes, permanecen impasibles; no se sabe si la ven, ni si la escuchan.
De manera sencilla, en esta obra Shirin Neshat retrata el mundo musulmán de la canción, del que las intérpretes femeninas están excluidas, al mismo tiempo que reflexiona sobre el papel que desempeñan los sexos en la sociedad iraní, y hace hincapié en su delimitación y organización territorial. En la construcción de las imágenes, el espacio es el protagonista; un espacio simbólico habitado por la tradición que Shirin Neshat intenta desubicar para posibilitar la existencia de otros nuevos espacios donde crear significados más actuales. Así, la doble videoproyección reproduce simbólicamente a toda la sociedad iraní: la audiencia, llena y masculina; y el vacío femenino. Esta separación es acentuada por el uso del color: blanco para los hombres, negro para la mujer. Una vez presentada la dicotomía, Neshat desmonta su vigencia con un giro de posiciones que se descubre tras una lectura más atenta de la pieza. La impasibilidad de los hombres frente a la incursión de la mujer, la uniformidad de su aspecto y su inmovilidad hacen que poco a poco se vayan vaciando sus presencias, que gradualmente pasan de positivo a negativo, de lleno a vacío. En el caso de la mujer, la magnitud de su propia tragedia y la teatralidad de su figura llenan poco a poco el espacio vacío, y la ausencia deviene presencia. Los espacios representados en las proyecciones se desarticulan, y el poder de escenificación de la instalación que divide físicamente la pieza en dos áreas, de manera que sean opuestas y acentúen la distancia entre hombre y mujer, ofrece al mismo tiempo un espacio para la negociación, la reconciliación. Shirin Neshat propone un espacio de confrontación en el que el espectador se enfrenta con una disyuntiva y se ve obligado a reaccionar. Es precisamente en este espacio donde la artista propone negociar el conflicto; un espacio intermedio de diálogo, que representa el deseo de cambiar.