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Yenny
1995
Fujichrome de luxe sobre cartón pluma plastificado
Medidas: 179 x 125,5 cm
Referencia: ACF0657
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Jenny, Manguito y algunas fotografías más de la misma serie fueron producidas por Ana Laura Aláez en 1995, coincidiendo con sus largas estancias en Nueva York. En todas ellas, los modelos son gentes de su entorno, amigos y amigas que aparecen como estrellas sofisticadas, llenas de glamour y seducción: una cantante japonesa en este caso, en otros su galerista, una diseñadora de joyas, un karateka u otros artistas vascos. Ana Laura Aláez ha realizado sus obras glorificando los universos de la moda, la publicidad, el cine y, en general, las piezas de indumentaria y ornamentación del cuerpo con los que intentamos construirnos una imagen de seducción. Pero uno de los elementos más radicales en su intento por celebrar lo banal de la vida consiste en haber utilizado como modelos a las personas de su entorno, en haber prescindido de las imágenes de belleza del cuerpo estereotipadas, en haber introducido en arte la cotidianidad de su vida. Y es que, bajo esa fachada de banalidad, la obra de Ana Laura Aláez está llena de segundas intenciones. Al cuestionar el altar sesudo e inmutable del arte con objetos perecederos y fotografías que hablan de la moda y lo pasajero, al eliminar las barreras que separan el arte de la vida cotidiana, sus objetos y fotografías provocan una especie de estado democratizador en el que se permite entrar a todo el mundo. De alguna forma, la obra de Ana Laura Aláez consigue unir el viejo anhelo vanguardista de arte y vida. Si en la época de las vanguardias este lema se había tomado por el lado tremendo y dramático, intentando elevar la vida al arte, la artista vasca, en cambio, ha bajado el arte al nivel de la vida, de la vida cotidiana. Un arte accesible y seductor que al mismo tiempo glorifica lo cotidiano, lo artificioso y perecedero que caracteriza nuestras vidas, ofreciendo a sus modelos y al mismo espectador la posibilidad de sentirse estrellas seductoras en cada momento. Así aparece Jenny, retratada en una imagen intemporal y seductora. Para otras fotografías, como Maniguet, Ana Laura Aláez realizó objetos que eran al mismo tiempo esculturas y complementos del vestuario que luego desaparecían; en Jenny, sin embargo, vemos a la protagonista arrodillada ofreciéndonos una bandeja con dos objetos de la misma artista: Piel de naranja, de 1994. Como en otras ocasiones, se trata de un objeto hecho con materiales vulgares (ganchillo y alambre) transformados escultóricamente como un objeto bricoleur. Pero, a diferencia de otras obras de la artista vasca, realizadas para vestirse o que directamente representan algún tipo de ropa, en este caso se trata de un objeto altamente metafórico. Es la representación de lo que queda de una naranja, pero el cuerpo de la naranja no existe; al igual que en Mujeres sobre zapatos de plataforma, sólo queda la funda, su vestimenta, la «ropa de la naranja», que es lo que la dota de identidad. De nuevo Ana Laura Aláez, viene a decirnos que el cuerpo desnudo no existe, sino que lo que existe es su aspecto exterior, aquello a lo que aparentemente no damos trascendencia y que, sin embargo, nos da forma e identidad.

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