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Cinco segundos revolucionarios VII
Título original: Five Revolutionary Seconds VII
1997
Fotografía en color sobre vinilo y audio
Medidas: 118 x 791 cm
Referencia: ACF0639
Edición: 3/3


Como dice el título de la obra, la cámara fotográfica de Sam Taylor-Wood tarda cinco segundos en recorrer los trescientos sesenta grados necesarios para captar la imagen de un espacio interior de una casa y de las personas que hay dentro de ella.
Las «imágenes escena»que resultan de estas tomas son fotografías panorámicas, de casi ocho metros, que distorsionan el espacio original y abren abismos entre los personajes que habitan en la casa.
La artista asocia esta imagen con el sonido emitido por dos pequeños altavoces colocados cerca de la fotografía, que reproducen los sonidos y los silencios de la escena con el objetivo de reconstruir la sensación que produce ver una película. Con esta estrategia, el espectador tiene la posibilidad de imaginarse la relación que existe entre los personajes y la historia que la escena representa, como si fuese una secuencia cinematográfica o una narración fragmentada.
Los protagonistas de la historia, que pueden ser actores profesionales o bien improvisados, se colocan esperando que la cámara que da vueltas los enfoque. Por eso en estas fotografías no hay nada de natural, empezando por su perspectiva cambiante. No solo los personajes se dedican a hacer un simulacro de sí mismos, sino que además surge la sospecha de que todo lo que hay en la sala está entrelazado por una narrativa global que la imagen se propone establecer para después descartarla. Al evitar el cierre, la narrativa permanece abierta a la interpretación. Cuando el espectador intenta escrutar la fotografía en busca de pistas, se revela una escenografía muy elaborada en cuyo interior se representa una obra misteriosa.
Sam Taylor-Wood es la directora de escena; ella sitúa a los personajes en el espacio y les indica la actitud que tienen que adoptar. No se apuesta por el realismo psicológico de los personajes, sino que son las actitudes y las interacciones de las figuras las que nos hablan de las dolencias relacionales de nuestra época. No hay una crítica explícita, sino un cierto fatalismo que se complace en describir sin solución aquello que está latente: la disyunción entre fantasía y realidad.