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Lamer y enjabonar
Título original: Lick and Lather
1993
Chocolate y jabón
Medidas: 50 x 35 x 25 cm
57 x 38 x 27 cm
Referencia: ACF0637
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En esta pieza Antoni parte de un molde de su propio busto para realizar catorce copias exactas de su cabeza, imitando el estilo de un busto clásico. Siete de estos bustos fueron fundidos en chocolate, y los otros siete en jabón. Colocados sobre pilares y dispuestos en círculo, Antoni formó una instalación que presentó en el Aperto de la Bienal de Venecia de 1993. Posteriormente, esta obra se ha segmentado en parejas que la artista ha presentado en diversas exposiciones, como la que se celebró en la Sala Montcada de la Fundación "la Caixa" en 1996, donde Antoni instaló un busto de chocolate y otro de jabón.
La mayoría de las esculturas de Antoni son resultado de una especie de performance privada con su propio cuerpo. Tal como el título indica, las acciones que llevó a cabo en esta obra son lamer y enjabonar hasta transformar su imagen. En efecto, se fue enjabonando con los bustos de jabón, y durante horas lamió los de chocolate hasta desfigurarlos, cada uno de ellos de un modo diferente. Con estas acciones la artista borra literalmente su propia imagen, siguiendo un ritual cargado a un tiempo de metáforas sexuales y de obliteración y destrucción. «Me interesaba mucho el hecho de que ambos actos implicasen amor… El hecho de que lamer yo misma y, ya sabes, limpiar yo misma este busto fuese como estar en la bañera bañando a tu bebé o algo parecido… Era un acto muy tierno pero al mismo tiempo era como si yo me estuviese borrando a mí misma, en cierto modo… así que se produce esta extraña tensión que es, en mi opinión, una interesante relación con nuestra forma de percibir nuestra propia apariencia física», explica la artista en relación con esta obra, con la que alude a las complejidades del narcisismo.
La presencia de Antoni como artista y como mujer constituye en núcleo de su obra; a través de esta presencia invoca una visión de sí misma como ser obsesivo y compulsivo. Lick and Lather subraya su participación en el impulso narcisista que con frecuencia impregna el proceso artístico e ilustra obsesiones y estereotipos femeninos distorsionados. Con la estrategia de negar su propia imagen, Antoni también crea una relación fetichizada entre el espectador y el proceso del artista.
