Mientras Campano desarrollaba el ciclo «La Grappa» a lo largo de 1986, enfrascado en el análisis de las posibilidades pictóricas de L’automne, de Poussin, realizó de una manera suelta y abocetada, casi con un tono de experimentación, diversos lienzos de pequeño formato sobre L’été, o Ruth et Booz, otra de las composiciones pertenecientes a la serie «Les quatre saisons» del pintor francés. De esas composiciones iniciales surgiría, a partir de 1989, un ciclo muy coherente y compacto, «Ruth y Booz», en el que la composición poussiniana sería sometida de una manera sistemática a un análisis exhaustivo de reinterpretación. Esta serie se caracterizó por el uso y la combinación de las diferentes formulaciones estilísticas provenientes del acervo de las vanguardias históricas, reinterpretadas a la luz de una sensibilidad contemporánea, enriquecida por las aportaciones del expresionismo abstracto norteamericano y el informalismo, así como por la utilización de la tradición histórica representada por la cumbre clasicista de Poussin como punto de partida y espacio de reflexión, para concluir en la negación del estilo y en su vaciamiento de contenido.
Sin título 4 pertenece a la última etapa de este ciclo, que destaca por su carácter de transición y a la vez de anticipación de sucesivos planteamientos ya desprovistos de referentes figurativos, en los que la pintura negra se aplica sobre la tela blanca preparada, construyendo composiciones aun más austeras y desnudas, abstractas, de una geometría esencial y en cierto modo gestual y tosca.
El paisaje de Poussin, así como los personajes que lo pueblan y dan vida a la escena, son reinterpretados desde un proceso de despojamiento radical de todos los elementos accesorios para ser representados en sus cualidades más esenciales. La estructura del paisaje, así como los movimientos o posturas de los diferentes personajes, se sintetizan en esquemas básicos, en geometría elemental donde cabe aun el gesto de la mano al emprender la pintura, y los colores se atenúan hasta limitarse a una paleta reducida en la que dominan negros y matizaciones de grises sobre el color blanco del lienzo preparado.
En forma de T se representa en esta obra el árbol que cierra la composición de Poussin por el lado izquierdo. Aislado de su contexto escenográfico, el árbol aparece como un gran soporte enérgico que atraviesa un espacio vacío, sin que se reconozcan en su figura las características propias de un árbol. Dentro de la serie, este es el cuadro que con mayor claridad deja aflorar el legado del expresionismo abstracto norteamericano, y en él aparecen especialmente patentes ciertas referencias a Robert Motherwell y Franz Kline en cuanto a la factura y a la carga gestual que calibra la construcción de un espacio pictórico.