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blancosobreblanco: negroalgorítmico
Título original: whiteonwhite: algorithmicnoir
2009
-2011
Videoproyección:software que combina al azar imágenes y voces, ordenador, monitor LCD (color, sonido)
Medidas: Dimensiones variables
Referencia: ACF0525
Edición: 3/10


Eve Sussman plantea una narrativa sin un inicio y un final determinados, una narrativa que se desarrolla digitalmente gracias a un programa informático que reedita constantemente las secuencias del material audiovisual. La película puede continuar indefinidamente, puesto que el programa (el algoritmo) combina más de 3.000 clips de vídeo, 80 voces en off y 150 piezas de música sin repetirse. Así, el espectador nunca verá dos veces la misma película. La artista permite ver la edición en vivo a través del monitor adyacente a la proyección, en el que las palabras que clasifican cada clip de vídeo y audio van apareciendo según el algoritmo del ordenador las elige y combina para cambiar de escena.
Sussman produce puro futurismo negro ambientado en los años setenta, en un lugar industrial postapocalíptico. El argumento gira en torno a una corporación llamada Nuevo Método, que tiene sometida a una ciudad controlando a la gente con un código y vertiendo litio en el agua. Sus habitantes van perdiendo el lenguaje y la noción del tiempo. El personaje central es un geofísico estadounidense llamado Holz que, al llegar a la ciudad, City-A (un guiño a la Alphaville de Jean-Luc Godard) se siente atrapado y parece que intente escapar del código tratando de controlar el tiempo. La manipulación del espacio y el tiempo en el film es lo que desorienta al espectador que trata de seguir la trama de la película.
Si el negro es lo que produce el algoritmo, la inspiración de la película surgió de la obra de Kasimir Malévich Blanco sobre blanco y su concepto de utopía. A los ojos de Sussman, la utopía es hoy insostenible, como se demuestra en ciudades de Asia central ―algunas de las cuales han servido de ambientación del filme― donde confluyen las ideas modernistas del sistema soviético con la arquitectura del capitalismo liberal que ha expandido sus fastos a las nuevas metrópolis enriquecidas por el petróleo. Ante esa realidad, Sussman decidió proyectar la idea de un futuro distópico.