«Al rechazar repentinamente y sin razón las reglas, creo, a pesar del miedo que siento, que entro en un mundo de seducción infinita. » Estas palabras de Susy Gómez, publicadas en el texto de presentación para la exposición que realizó en Atenas en 1998, demuestran claramente que la artista ha basado gran parte de su producción en aproximarse a la sensibilidad del espectador a través de la seducción.
Como consecuencia de haber experimentar con el potencial expresivo del tejido durante su aprendizaje de diseño de moda en Barcelona, la tela es uno de los materiales que aparecen con mayor frecuencia en la producción artística de Susy Gómez. Ya sea en forma de cortina o bien como mantel, funda de cojín, cintas o hilos de colores diferentes, o captada en las imágenes (ampliadas fotográficamente tras ser retocadas), que aparecen especialmente en las revistas de moda, resulta evidente que la artista utiliza la tela por la sensualidad que esta desprende, ya que considera que la seducción (y por extensión cierto erotismo) es el motor principal de su creatividad.
La obra que nos ocupa, consistente en dos prendas de ropa, fue creada con motivo de su primera exposición individual en el Espai 13 de la Fundación Joan Miró de Barcelona. Se trata, la primera, de unos pantalones hechos en tela de lino, cuyo aspecto más sorprendente radica en las tiras de tela que penden de las perneras, y en la forma en que la artista ha decidido exponerlos. Haciendo clara referencia a la imposibilidad del individuo de mostrarse a los demás tal como en realidad es, estos pantalones son una prenda de ropa que no puede utilizarse con la función para la cual ha sido concebida: vestir a una persona que camina. Ante esta imposibilidad, la solución de la artista consiste en desprenderse de estos pantalones de un modo tan radical y sugerente como sea posible. Y precisamente para dejar constancia del acto de deshacerse de estos pantalones (o de una parte de nuestra persona que no nos satisface en absoluto), la artista decide mostrarlos a punto de caer al suelo. Colgada del techo, y expuesta con voluntad de reproducir el movimiento en el momento en que una persona se desprende de ella y la arroja al aire con violencia, no cabe la menor duda de que esta obra de Susy Gómez es uno de los exponentes más claros del striptease mental del que con frecuencia se habla cuando hay que interpretar cualquiera de sus obras.
La segunda pieza es un guante concebido para cubrir dos brazos, hecho con un tejido sintético de color blanco y colgado del techo con un hilo transparente, con lo que la única parte que toca el suelo es la que corresponde a las manos. El guante es un complemento muy sugerente y estrechamente vinculado a la seducción en un estereotipo femenino muy concreto. Aquí el guante evidencia la imposibilidad de ser utilizado para el cometido para el que fue pensado. Ahora bien, en este caso, el hecho de que se trate de una prenda de ropa fácilmente identificable con un guante femenino facilita que de su contemplación puedan derivarse lecturas más amplias. Lecturas vinculadas al poder de sugestión de los objetos –o de las obras– surrealistas (tema en torno al cual ha girado buena parte de la investigación formativa de Susy Gómez), a la voluntad y el deseo de abogar por la libertad, y también a aspectos relacionados con la situación de la mujer.