Deudor tanto de la cultura oriental como de la occidental y la judía, Anish Kapoor manifiesta en su obra una continua voluntad de unir ideas opuestas. Este anhelo está presente en el sutil diálogo que establecen las dos obras incluidas en esta colección. La primera de ellas, a la que el autor no ha puesto título, nos propone un pesado cubo de mármol de un tamaño considerable, que aparece casi en su condición más primitiva. Sus cinco lados visibles se encuentran en el mismo estado en que la piedra salió de la cantera, sin bruñir. En una de sus caras, el artista ha vaciado una pequeña cavidad cuyo interior sí está pulido. Se establece, de este modo, una conflictiva relación entre el duro bloque de mármol, cuyos límites no parecen haber sido dispuestos por el artista, y el vacío de ese espacio que de forma tan clara ha creado Kapoor.
La segunda pieza, When I am Pregnant, es, en cierta manera, opuesta y complementaria respecto de la anterior. Para hacer esta obra Kapoor lleva a cabo una intervención directa en la sala en la que se va a exponer. En uno de sus muros fija un objeto al que, posteriormente, se le aplican por encima los mismos materiales que a la pared original, por lo general yeso y pintura, con el objetivo de conseguir un acabado uniforme. El resultado se asemeja mucho al vientre de una mujer embarazada, y resulta sorprendente, en tanto juega también con las expectativas que hacen que esperemos contemplar la obra de arte colgada en la pared, sin alterar sus formas habituales. Por otro lado, el título en inglés de la pieza abre la puerta a un juego de equívocos. Este idioma no especifica el género de los participios, con lo que pregnant («embarazado/a») puede referirse tanto a una mujer como a un hombre.
Ambas obras, como la mayoría de los trabajos de Kapoor, necesitan de un esfuerzo de interpretación por parte del espectador. El aparentemente limitado juego de símbolos del que Kapoor se vale no revela unos significados definidos, de explicación inmediata y unívoca. Su intención es, más bien, sugerir en el espectador una serie de vagas sensaciones que transmitan un estado de ánimo. El propio artista cree que su papel no es «crear expresión», sino «ser expresivo», y que él «no tiene nada particular que decir». La primera consecuencia de esta voluntad es la existencia de una gran cantidad de interpretaciones ante una obra tan ambigua como rica. El artista considera que mediante esta multiplicidad de lecturas puede llegarse a una «existencia poética», verdadero fin último de su creación. Sus obras, por otra parte, oscilan entre su rotundo resultado plástico –que las convierte en objetos de posible análisis únicamente formal– y su categoría intelectual, cargada de metonimias.
En su obra de los años ochenta, Kapoor acostumbraba a pigmentar los hoyos que realizaba en la piedra con vivos colores primarios. Con esta práctica, que enlazaba con las tradiciones hindúes, pretendía incidir en la noción de presencia, sugiriendo una idea definida a través de esas fuertes tonalidades. Sin embargo, en la primera de estas obras el interior de la cavidad queda blanco y brillante, superando la dialéctica entre pintura y escultura que se establecía cuando se sumaban ambos medios. Así es como se propone señalar la ausencia de límites y referirnos al concepto de infinito.
En estas dos obras encontramos una clara referencia a lo andrógino, un concepto que Kapoor debate frecuentemente en sus creaciones. Lo femenino se halla presente en la forma cóncava –el útero simbólico de la pieza sin título– a la vez que en la idea de maternidad de When I am Pregnant. Lo masculino podemos encontrarlo, paradójicamente, en la propia forma convexa de esta pieza. La superficie saliente de la pared se establece como opuesta a la cavidad vaginal, completándola y cerrando el ciclo que esta propone. Al igual que en las otras formas antropomórficas de su repertorio –los pechos de 1000 Names–, con estas obras Kapoor quiere remarcar el nacimiento, la perpetuidad y, en definitiva, la idea de repetición de acontecimientos siguiendo un orden establecido. La relación de opuestos que aquí se plantea pretende, así, trascender la percepción de la dualidad: creación y destrucción están presentes al mismo tiempo.
Autor de determinada voluntad investigadora, Kapoor mantiene hacia la escultura una actitud que puede resumirse en su convicción de que «hay una historia en la piedra y, al excavarla, aparece una completa secuencia narrativa«. Él pretende que el descubrimiento de ese relato oculto en la roca –en definitiva, en el mundo– dependa de nosotros, con lo que la obra queda totalmente abierta en sus significados.