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Gran doméstico
Título original: Gran domèstic
1987
Hierro, plomo, escayola, cerámica y cristal
Medidas: 215 x 110 x 26 cm
Referencia: ACF0472
El conjunto de la obra artística de Jordi Colomer se configura sobre la base de un lenguaje impuro, que rehúye la uniformidad. Su trabajo, por lo general configurado a partir de elementos geométricos simples –habitualmente objetos cotidianos como platos, mesas, cajas, alfombras, armarios y sillas–, elementos arquitectónicos –pedestales, maquetas de ciudades imaginarias, etc.– o bien fotografías en las cuales utiliza recursos cinematográficos, constituye un reto para la percepción. En la obra Gran domèstic (1987) el artista reúne, como en un collage, un conjunto de elementos bastante heterogéneos que incluyen una estructura rectangular de hierro, un tubo de plomo procedente de algún electrodoméstico, una pieza de yeso y una pila de platos de porcelana. La escritura, entendida como grafía, huella de un tatuaje ajeno, también está presente sobre la piel de estos materiales. Aislados, descontextualizados y reordenados en un nuevo discurso, objetos, fragmentos y palabras pierden su funcionalidad y significación. Y, en esta nueva disposición espacial, los vestigios del entorno cotidiano dejan de ser cuerpos inanimados y nos hacen partícipes de otra realidad que los domestica. Artificios de la razón o ironías de lo banal, estos artefactos se convierten en construcciones de una intensa presencia, ingenios de cierta provisionalidad y precariedad tecnológica. Son, en definitiva, complejos tejidos materiales regidos a un tiempo por la estabilidad y el movimiento, por el orden y el desorden. En referencia a esta obra, Jordi Colomer dice: «Se trataba de abordar el objeto humilde desde un gran aparato escenográfico, una gran peana, es decir, una gran retórica geométrica que acabase sosteniendo este objeto banal y pobre, localizando hacia él la mirada». Gran domèstic forma parte de un conjunto de obras de apariencia semejante, la repetición casi exacta de un mismo módulo constructivo que sitúa esta escultura en un único discurso que se ha ido manifestando en diversas etapas. Asimismo, concebida desde un claro concepto serial, el artista nos convida a pensar los objetos siempre desde una lectura diferente. Colomer se cuestiona la mutación de las apariencias y el modo en que unos pequeños cambios multiplican las realidades en el orden de la interpretación. «Construir una estructura muy rígida, muy geométrica, ordenada, modular, y dentro de ella provocar una sustitución o introducir un nuevo orden, alterándolo mínimamente pero dando lugar a algo que varía todo el significado».