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Tierra baldía
Título original: Waste Land
1986
Linóleo, madera y bronce
Medidas: 700 x 500 cm
Referencia: ACF0435
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En una habitación cuyas baldosas repiten un motivo geométrico que crea ilusiones ópticas de fuga e inestabilidad, un muñeco de ventrílocuo de bronce está sentado, las piernas colgando, sobre un muro bajo o plinto de madera. Todo en la escena –la alterada percepción del suelo; el don de la palabra y su simultánea imposibilidad, implícitos en el muñeco; el inmóvil transcurrir del tiempo que convierte su sonrisa en un rictus grotesco– contribuye a generar una ilocalizable sensación plena de presentimientos. El artista, introduciendo cambios en el dibujo del suelo o situando el muñeco sobre una balda sujeta a la pared del fondo, realizó varias obras con este mismo título, si bien destruyó la mayoría de ellas: «Es un problema conceptual maravilloso. La voy a volver a rehacer. Pero la pieza como tal no vuelve a existir. Por otro lado, no es nueva, es la variación de una obra antigua. […] ¿Sería la representación de esa pieza, o tan sólo una variación de ella? Es un enigma difícil de resolver». En la obra de la colección, el plinto rompe la continuidad hipnótica del suelo creando una zona oculta, un detrás que parece insinuar otra presencia o una posible acción, y refuerza al tiempo la idea de un espacio escénico, de una latente dramaturgia que involucra al espectador. Así, junto a la referencia al gran poema del mismo título –«Al leer a Eliot tienes la sensación de que es una voz en una habitación vacía»–, la obra también contiene ecos propios de Beckett o Pirandello: personajes en espera, una situación detenida, la infructuosa potencialidad de la palabra... Los suelos de peculiares diseños ópticos, que se convertirán en una de las señas de identidad del artista, son el resultado de su interés por el lugar de la obra y su reconsideración de la función del pedestal –«Quería hacer un objeto real, no un objeto que suplanta a la realidad […] también era el elemento necesario donde situar a la figura»–, que, expandido, se superpone (como el mapa se superpone al país en el cuento borgiano) al suelo mismo, a un tiempo obra y lugar de la obra. Waste Land nos sitúa ante uno de los ejes principales del trabajo de Juan Muñoz: su exploración de ese territorio en el que lo extraño se infiltra en la normalidad y revela su dislocación; aquí mediante ese trasunto con fingida voz propia que es el muñeco, también él un objeto real a la vez que representación, y en obras posteriores a través de la efigie del enano, individuo condenado por un problema de forma a habitar el baldío terrible de la diferencia.

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