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Tiempo de exposición
Título original: Exposure Time
1989
Videoinstalación: vídeo U-Matic (blanco y negro y color, sonido), iluminación y escombros erosionados por el mar y la arena.
Medidas: 5' 32" 400 x 450 x 1000 cm
Referencia: ACF0369
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En 1989, Eugènia Balcells presentó esta videoinstalación en la Sala Montcada de la Fundación ”la Caixa”. Partía de una reflexión sobre la memoria personal y colectiva ante la renovación y la transformación que estaba experimentando la ciudad de Barcelona con motivo de los Juegos Olímpicos. Entre la arena y las rocas de la playa donde se ha edificado la Villa Olímpica, la artista descubrió todo tipo de restos de construcciones pertenecientes a una historia relativamente cercana de la ciudad, y sometidos de forma constante a la acción erosiva del mar. Trozos de paredes de ladrillo desgastados y redondeados, fragmentos de mosaicos y azulejos del interior de las viviendas, restos del pavimento de las calles, fragmentos de mármol, columnas de piedra, capiteles y pedestales. Toda una serie de vestigios revelaban un pasado muy próximo y a la vez un paisaje que a ella le sugería una visión anticipada de nuestras propias ruinas. Balcells se propuso rescatar aquella memoria de la ciudad exponiendo los fragmentos encontrados en la instalación Exposure Time, que concibió como un gran diorama que incluye imagen y sonido. Al fondo de la sala y sobre una abertura circular se proyectan, en una pantalla de vídeo, imágenes de luz y de agua. Estas imágenes se van transformando en ciclos temporales sucesivos, que van de la oscuridad total a la luz más intensa, condicionando al mismo tiempo la iluminación de la escena. El gradual encenderse y apagarse de las lámparas eléctricas y electrónicas determina la aparición y la desaparición de la visión, sugiriendo así el abrirse y cerrarse de los ojos, o el paso del día a la noche, o de la vida a la muerte. De forma paralela a los ciclos lumínicos, los intervalos de sonido y silencios adquieren una gran importancia. La composición musical de Peter Van Riper combina grabaciones sonoras del entorno urbano y del mar con texturas sonoras sintetizadas. Así, bajo el rumor de la ciudad el mar deja sentir su presencia, haciéndose perceptible como una respiración profunda. En esta pieza el mar se convierte en símbolo del origen y de la perpetua destrucción y recreación del mundo. El proceso destructivo se muestra, asimismo, a través de las grabaciones en vídeo que pueden verse en dos monitores situados dentro de sendas aberturas a la entrada del diorama, en los que se muestra el espectáculo del derribo real de los edificios en la zona de la Villa Olímpica, superpuesto sobre imágenes de oleadas que van desgastando los materiales encontrados. Unas imágenes, en definitiva, en las que la artista evoca la ciudad como un escenario permanentemente cambiante.

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