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Fons et Origo
1987
Hilos de algodón, agua, lámpara, caucho, pintura y sonido
Medidas: Dimensiones variables
Referencia: ACF0360
Se ha tendido a considerar que la pintura y la instalación son lenguajes, si no contradictorios, sí al menos divergentes, tanto en sus presupuestos como en sus recursos. Si en la década de los años noventa se dieron las condiciones (plásticas, formales y conceptuales) para que aparecieran propuestas de instalación con una fuerte carga pictórica, aun manteniendo una morfología ambiental de instalación, en la década de los años ochenta pintura e instalación aparecían en gran medida como lenguajes incompatibles.
A principios de los ochenta, la obra de Soledad Sevilla ya planteó una doble vertiente de pintura e instalación como lenguajes íntimamente relacionados que podían influenciarse mutuamente, ofreciendo una aproximación diferenciada y complementaria a problemáticas y argumentaciones comunes.
Fons et Origo fue realizada para la Sala Montcada de la Fundación ”la Caixa” en Barcelona en 1987 y culmina el trabajo de la serie pictórica dedicada a la Alhambra a lo largo de 1986. Un estanque artificial ocupa el pavimento de la sala, cerrando el paso a los espectadores. Al fondo, una trama de hilos de algodón tensados desde el techo hasta la superficie del agua forma un dintel que se refleja sobre el estanque. La iluminación se concentra sobre el dintel esbozado por la trama de hilos, destacando su blancura. Una gota de agua cae sobre el estanque a intervalos regulares, distorsionando el reflejo. Simultáneamente, una grabación realizada por Lugán superpone el sonido de la caída de una gota al rumor continuo del agua que fluye en las fuentes de la Alhambra. Soledad Sevilla se inspira para su realización en el ambiente de la Sala de los Abencerrajes, que tiene una fuente en el centro en la que se reflejan los arcos del Patio de los Leones, al que se abre dicha sala. La instalación crea un ambiente de gran complejidad poética, empleando una extrema economía de medios, aunque su realización sea muy laboriosa, al sintetizar espacialmente la intensa evocación de emociones que ha trabajado en los lienzos de la serie de «La Alhambra». Esta obra –que dentro de la trayectoria artística de Soledad Sevilla constituye un punto de inflexión y de madurez creativa– abre un camino de experimentación con el agua y sus cualidades poéticas que se concretará en algunas de sus posteriores instalaciones. Desde un punto de vista formal, la artista utiliza por primera vez las tramas de hilos –que van a caracterizar sus instalaciones posteriores y que, por otro lado, han constituido la estructura de su obra pictórica hasta ese momento– como una retícula que delimita y construye el espacio, matizando atmósferas.