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Noche, decían
Título original: Nit, deien
1987
Marmol blanco, hielo seco y madera
Medidas: 35 x 450 x 1135 cm
Referencia: ACF0323
En Nit, deien, Eva Lootz reflexiona sobre la huella lingüística que se puede reconocer en una coincidencia semántica y fonética aparentemente intrascendente: el hecho de que la palabra noche aparezca, en las principales lenguas indoeuropeas, como una especie de negación del ocho: «no–ocho». En francés, el par nuit–huit; en italiano, notte–otto; en inglés, night–eight; en alemán, Nacht–acht… Parece que se ejerce una extraña afinidad en su mutua relación. Al prestar atención a las meras coincidencias, también se presta atención a los sedimentos del lenguaje.
Con esta experiencia del lenguaje, la escultura recupera el carácter conmemorativo al que tradicionalmente se había vinculado. Pero ahora ya no lo hace como conmemoración de grandes gestas, héroes, santos o sabios, sino de la memoria misma: Mnemósine.
Desde hace ya tiempo, Eva Lootz trabaja en esta escucha del lenguaje, y en la atención a estos sedimentos que, como las huellas del caminante, se depositan sobre la conciencia. De hecho, la preocupación por el ocho no aparece en su trabajo como fascinación pitagórica o cabalística por el poder mágico de los números, sino más bien como una reflexión sobre la propia experiencia del caminar.
Podría decirse que el trabajo de Eva Lootz sobre la relación entre el lenguaje y el camino es un trabajo sistemático. Parece que esta relación se le hizo evidente desde La ruta de la seda (1986), obra escultórica que evoca el tránsito de las caravanas de los mercaderes medievales a través de los desiertos y los mares. Allí estaban presentes todas las reflexiones sistemáticas y obsesivas de Eva Lootz sobre el camino, el caminar, sus códigos y sus instrumentos: el pie, la huella, el calzado, el patín, el trineo, la raqueta, el bastón, el puente, el camino, el curso del río, la corriente marina, las constelaciones... ¡Cuántas cosas en su trabajo están relacionadas con el pensar, el leer y el interpretar como un caminar!
A partir de La ruta de la seda, la artista toma conciencia de la experiencia fenomenológica mediante la cual «la materia se convierte en signo» y la materia se convierte en lenguaje; es decir, esta experiencia está en el origen de su preocupación por la configuración de códigos. Pero, en cierto modo, a partir de Nit, deien (1987) Lootz empieza a formular en su trabajo lo que podríamos denominar una «política de lo visible», política que, de alguna manera, caracteriza toda su obra de los años noventa. Si hasta entonces Eva Lootz estaba –y sigue estando– fascinada por lo que la formación de códigos nos permite ver, a partir de esta obra empezó a preocuparse por las cosas que la solidificación de estos mismos códigos nos impide ver. Con mucha frecuencia cita, a este respecto, la frase de Cézanne «hay que darse prisa si todavía queréis ver algo», pues nuestra visión está demasiado mediatizada, demasiado entorpecida por los códigos. Sin duda, la obra de Eva Lootz que mejor desarrolla este problema es la instalación que realizó en 1994 en la South London Gallery, titulada A Farewell to Isaac Newton, en la que trataba explícitamente el tema de la desaparición de lo visible. Pero también en Nit, deien se trata esta cuestión, tal como la propia artista reconocía en una conversación con Maya Aguiriano, publicada en el número 21 de la revista Zehar: «Del hielo seco que utilicé en esa instalación, lo que me fascinaba era el hecho de que desaparece sin dejar rastro, ese coqueteo con lo invisible. Lo que me interesaba era encontrar el poso, el rastro, la huella de un proceso que solamente guarda el lenguaje».
De ahí el poder expresivo que esta instalación alcanza. En ella se produce no solo una interacción entre los bloques de mármol dispuestos en el espacio y los bloques de hielo seco, que se desvanecen lentamente en el transcurso del tiempo, sino también el juego entre lo visible y lo invisible.