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La curva de aprendizaje
Título original: Learning Curve
1993
Videoinstalación: LaserDisc transferido a DVD (color, sonido), silla y mesa de madera, plástico y acero
Medidas: 173 x 654 x 236 cm
Referencia: ACF0101
Edición: 1/2
The Learning Curve consta de una mesa de madera de apariencia industrial, sustentada sobre patas metálicas, que tiene forma de triángulo isósceles. En el lado más corto se sitúa una pantalla alargada con una ligera forma cóncava. Sobre ella se proyecta la imagen en movimiento, aparentemente sin fin, de una ola de mar en el momento en el que rompe. En el ángulo opuesto, en una muesca en la regular forma de la mesa, se sitúa una silla en la que el espectador puede sentarse.
Durante su adolescencia, cuando vivía en las soleadas costas californianas, Hill practicaba el surf. Según él mismo ha dicho, el objetivo de quienes practican este deporte es lograr introducirse en el espacio semicerrado que crea la propia ola, lo que los aficionados llaman el «tubo»; precisamente para conseguirlo, estos deportistas se pasan horas en el mar.
A partir de esta vivencia de su juventud, Hill propone una reflexión sobre el aprendizaje. El título -La curva del aprendizaje- hace referencia a un término habitual en pedagogía: la gráfica que indica el grado de facilidad con el cual una persona puede adquirir un conocimiento o asimilar una destreza. Existe una directa relación con los postulados sobre la experiencia de Heidegger, quien afirma que las cosas están mucho más cerca de nosotros que las sensaciones. Según él, oímos la puerta cerrarse, y nunca oímos sensaciones acústicas o incluso meros sonidos. Para oír un sonido desnudo tenemos que escuchar las cosas sin los objetos, o sea, «escuchar abstractamente».
Hill obliga al espectador a sentarse en la silla. Así, le expone a una situación similar a la del estudiante en su aula, y le somete a una narrativa específica en la que el tiempo se vuelve más lento. La contemplación de la repetitiva imagen del vídeo se convierte en un símil de los procesos de aprendizaje, de la reiteración monótona de los conceptos para conseguir su asimilación. Frente a esta continuada reiteración, el espectador solo puede hacer lo que sugiere Heidegger: abstraerse y buscar un camino mental no previsto. The Learning Curve plantea, de este modo, un interrogante sobre la habilidad de la persona para leerse y escribirse a sí misma.
Reflexiones similares pueden encontrarse en Remarks on Color. En esta videoproyección vemos a una niña de ocho años leyendo en voz alta el libro del mismo título de Ludwig Wittgenstein. Durante los cuarenta y cinco minutos que dura la escena, la niña no mira en ningún momento a la cámara. Sus ojos quedan fijos en el difícil texto, mientras ella intenta pronunciar correctamente las complejas palabras que usa el escritor. El acto de la lectura de un texto, algo que una niña realiza en voz alta a menudo, se convierte aquí en algo diferente. Se crea así una tensión entre la imagen infantil de la proyección y el contenido del libro que la pequeña sostiene en sus manos. Sabemos que es imposible que ella entienda lo que lee; por ello, también es difícil que pueda repetirlo igual en una segunda lectura. Este carácter aleatorio es uno de los aspectos que más interesan a Hill. Tal como ocurre con los actores de teatro en el escenario y con la niña de esta cinta de vídeo, no hay dos situaciones vitales que se repitan de igual manera. Con esta obra, el artista vuelve a referirse a los complejos mecanismos de la experiencia y su asimilación para el aprendizaje.