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Matando el tiempo
Título original: Killing Time
1994
Videoinstalación: 4 videos LaserDisc transferidos a DVD (color, sonido)
Medidas: 48' 18"
Dimensiones variables
Referencia: ACF0695
Edición: 3/3
Se trata de una videoproyección simultánea de las imágenes de cuatro personas, filmadas en su propio hogar, que recitan sin ganas y en playback uno de los papeles del libreto de la ópera Electra, de Richard Strauss. Sus estados emocionales y físicos, fundamentalmente letárgicos y aburridos, no tienen nada que ver con el papel que representan. Entre los personajes no hay ningún tipo de conexión; tan solo la ópera, perfectamente sincronizada con la imagen, ofrece un espacio externo de conexión. Su actitud, incluso su aislamiento, entra en violenta contradicción con la representación de la pieza. Con esta singular coreografía Taylor-Wood quiere profundizar en las paradojas cotidianas de las vidas de los cuatro protagonistas, en sus contradicciones y en la difícil relación que establecen con el exterior. Por otro lado, su intención es poner a prueba la celebrada eficacia del denominado «retrato social y psicológico». Así, reproduce el estilo «realista», imitando con ironía el típico documental televisivo del Canal 4 británico (cámara frontal inmóvil y tomas largas). Además, con una mueca traviesa, cita los retratos fílmicos (también con tomas largas y con personajes asqueados o adormecidos) realizados por la Factory de Warhol entre 1963 y 1968. Una vez obtenidas estas tomas, Taylor-Wood niega que tengan posibilidad alguna de aproximarse a la «verdad», y las contrasta con la espectacularidad y la artificialidad del texto -la ópera-, y sobre todo con la manipulación del espacio de la instalación. La artista deja la sala en una semi-penumbra que nos recuerda la realidad de nuestra situación física, y proyecta las imágenes en paredes diferentes fragmentando la narración e impidiendo nuestra identificación con los personajes. Con estas estrategias consigue romper el «realismo» de la imagen, subrayando la ficción de los medios que utiliza.
En definitiva, Taylor-Wood consigue incomodar y confundir al espectador, y propicia en él la dislocación física y mental necesaria para aproximarse no solo a su obra, sino también a la realidad.