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1962 - 1929
1995 -
Poliéster y óleo
Medidas: 2 unidades: 219 x 65 x 30 cm c.u.
Referencia: ACF0652
Edición: 2/3
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Las dos figuras de 1962-1929son los retratos del padre y el abuelo de Stefan Hablützel. Ambos están representados con la misma edad: treinta y un años. En este sentido, el título de la pieza es radicalmente descriptivo: se trata de las fechas en las que el padre y el abuelo del artista tenían dicha edad, como si una especie de máquina del tiempo hubiese transportado al hombre que en 1962 tenía unos treinta años, y a ese otro que también tenía la misma edad en 1929, y los hubiese congelado frente a nosotros. Hablützel ha declarado que el hecho de que sean sus familiares es lo de menos, es algo casual: «Podrían ser otro padre y otro abuelo. Sencillamente, tenía suficiente material disponible de estas dos personas. Ni siquiera me resultaba importante el hecho de que existiese entre ellos un vínculo familiar. Simplemente debían provenir de épocas diferentes: eso era lo único que me importaba». Lo importante es, entonces, esa irreal e imposible coincidencia. Todo el sentido de la obra se concentra en el título, en la yuxtaposición de dos realidades cuya presencia simultánea es inverosímil. Hablützel plantea una paradoja: ofrecer una imagen aparentemente realista que, sin embargo, es irreal. Es imposible despegarse del naturalismo de ambas figuras, pero también nos es imposible olvidarnos de la distancia que las separa, de la falta de unidad temporal entre ambas. La extrañeza o inquietud que provoca el choque entre dos realidades disímiles se asemeja a un collage fotográfico. En definitiva, las dos figuras parecen recortadas de dos fotografías y puestas más tarde sobre el mismo plano. Pero la realidad fotográfica de 1962-1929 es más intensa: ambos están en una actitud de pose ante la cámara, uno con una actitud desenfada, propia de los años sesenta, y el otro en una verdadera pose recatada y formal; ambos tienen, curiosamente, la misma estatura; y ambos están ampliados, son más grandes de lo que debían ser. Un último elemento viene a incrementar la extrañeza que provoca este naturalismo no naturalista, o este realismo irreal: las dos figuras están colgadas de la pared, aproximadamente a medio metro de altura respecto al suelo. No existe unidad temporal y tampoco existe unidad espacial, puesto que las figuras aparecen «flotando» en un área sin referentes. Como el mismo Stefan Hablützel declara, se trata de un «naturalismo inventado». Evidentemente, hay un choque entre realidades distintas y entre tiempos diferentes enfrentados en una misma obra. Pero la confrontación que provoca Hablützel es más intensa: es una confrontación entre el naturalismo -o el realismo- y la verosimilitud de la representación. Lo que el artista coloca entre interrogantes son las convenciones de la representación. Juega con ellas, las cuestiona y las pone en evidencia en una imagen real y falsa al mismo tiempo. La inquietud que provocan las figuras viene determinada por su presencia física real, inevitable, y la conciencia de su artificialidad. En última instancia, lo que Hablützel manifiesta con ese «naturalismo inventado» es la posibilidad de construir imágenes que sólo son posibles en el arte, o bien, a la inversa, la artificialidad como característica del arte.

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