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La nave de los locos
1992
Técnica mixta y fotografía sobre tela
Medidas: 200 x 160 cm
Referencia: ACF0520
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Juan Ugalde siempre ha enfocado su atención hacia aquellos aspectos de la realidad más cotidianos, estereotipados y banales, que sin embargo contienen una carga simbólica y significativa capaz de retratar un contexto social, un gusto, una estética, mitologías adolescentes o los ambientes de la subcultura popular. En sus primeras obras aparecían recurrentes personajes extraídos del cómic que han seguido poblando sus cuadros como figuras míticas y de referencia. Eran, sobre todo, personajes de los tebeos españoles de los años setenta, especialmente los creados por Ibáñez: las hermanas Gilda, Mortadelo y Filemón o los explosivos Zipi y Zape, pero también robots y monigotes inspirados en telefilmes de serie B, transformados con una gestualidad propia de los grafitis y sus colores. Se trataba de escenas muy narrativas en las que el humor y la parodia encontraban un contexto irónico propicio a generar disparates.
Todo ello ha llevado a Ugalde a construir una mirada en la que la pintura es utilizada alternativamente como una estrategia narrativa o como una herramienta capaz de poner al descubierto los disparates de la realidad, mediante una actitud documental que se sirve de la crónica sociológica. Sin embargo, los elementos críticos de su discurso pictórico no se sitúan en el primer plano de la atención; no se trata de un trabajo sociológico. El humor y la parodia revisten una recreación estética de lo ridículo, aunque no por ello menos real. Sus obras reconstruyen una antimitología de lo cutre, desde donde los valores críticos se dirigen más hacia las estrategias de representación de la pintura que hacia los contenidos, en los que Ugalde se regodea como si fueran señas de identidad de lo español–popular con un humor disparatado y desencadenado.
La mirada de Ugalde parece apropiarse de la realidad con la óptica que podría descubrirse en los personajes (o en otras tantas películas españolas de humor y comedia de serie C) que encarna en sus películas Paco Martínez Soria: desde ahí se sitúa en lo paródico, pero sin pretender ridiculizar, sino con la intención de valorar, aunque sea con humor, ese contexto visual y real, incluso con ciertas dosis de cariño.
A partir de los primeros años noventa la pintura de Ugalde integra en el cuadro la fotografía (propia o de otros) como contrapunto y complemento de lo pictórico, como un espacio donde penetra el delirio de las imágenes pictóricas para enfriar y relativizar la contundencia de la imagen fotográfica. Las postales recuperadas, apropiadas y manipuladas han constituido otro elemento esencial en su trabajo, integrándose en sus cuadros como síntesis concentradas del gusto popular.
Multi Baby y La nave de los locos, ambas realizadas en 1992, integran la pintura y la fotografía, y proponen unos singulares relatos en los que aparecen postales: en la primera obra la postal de un jet de Iberia, como símbolo de la modernidad del viaje, y en la segunda un paisaje rural con toros y vacas, de contenido infantil. Ambas obras son ejemplos muy claros de la forma de trabajar de Ugalde, que utiliza los recursos del pop y los transforma en estrategias representativas y narrativas, poniéndolas al servicio de una mirada irónica pero ácidamente crítica.
Cuando, en una crónica sobre una de sus exposiciones madrileñas, Fernando Huici afirma que Ugalde es uno de los pintores realistas más notables de su generación, plantea rigurosamente el carácter realista –crítico en un nivel social y político– del pop español, siempre tentado por la mitificación irónica de lo cutre como una seña de identidad cultural popular (negativa) que permite el humor, lo ridículo, el delirio y también la autocrítica. Dentro de los amplios y a la vez imprecisos márgenes del pop español, habría que incluir a Ugalde como una voz lúcida, siempre pendiente de la narración y de la problemática que plantean las imágenes, su representación, sus significados y sus sentidos, en el contexto en que son producidas.
