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Sin título (Serie Metamorfosis)
1989
Carbón y lápiz Conté sobre papel
Medidas: 211,5 x 201 cm
Referencia: ACF0491
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Las primeras pinturas conocidas de Ignacio Tovar representaban –de modo sobrio, con composición geométrica y ascético cromatismo– ventanas o, por decirlo mejor, la impresión de que a través de la luz y el color el pintor asimilaba ventanas. Posteriormente, el artista hizo más compleja la composición en una serie titulada «Estrellas», rompiendo los rígidos planos de las ventanas y haciéndolos confluir y superponerse. Avivó, también, los colores que empleaba. A esta serie siguió una de «Casas», de características formales parecidas, pero más apagadas. Durante la segunda mitad de la década de los ochenta, los elementos figurativos se hicieron progresivamente más definidos, a la vez que centraba sus referentes en huellas y restos de la presencia humana –perennemente ausente, sin embargo, su figura– o en instrumentos, herramientas o símbolos que la representasen, ya fuera en su condición civil, ya en su sensibilidad religiosa. Unas y otras aparecían indistintamente rodeadas de un aura, y flotantes en un espacio vacío que indicaba su trascendencia. «En los dibujos –contaría años después el artista– encontré el medio más adecuado. El negro del carbón sobre el blanco del papel permite concentrarse en los problemas de adecuación de la forma a la idea de la que se parte, evitando las dificultades añadidas del color. Por otra parte, los dibujos son más directos, más inmediatos, llegan desde la cabeza hasta el corazón y de las tripas al papel a través del brazo, de los dedos. Están realizados con las manos y eso deja una impronta. El temblor de la mano, o las huellas de los dedos, dotan al dibujo de un calor humano que es más perceptible que en la pintura.» Con el paso de los años, a aquella extrema sencillez del blanco y negro le ha sobrevenido un enriquecimiento y una delicadeza de los colores empleados por Tovar como no habíamos conocido nunca, que los define como propios y diferenciadores de su paleta.

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