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Sin título
1985
Madera y piedras pintadas
Medidas: 300 x 1480 x 450 cm
Referencia: ACF0336
Esta pieza sin título, una de las más emblemáticas del autor griego, consiste en dos paredes contiguas tapiadas con piedras que están parcialmente coloreadas por inmersión en pintura negra. La estructura de madera con un estante colocada en la pared más corta es, en realidad, la parte vertical de una cruz.
Este trabajo, realizado a mediados de la década de 1980, momento de pleno auge de la pintura neoexpresionista en todo el mundo, parece dar una sutil réplica a tal situación, no de forma directa, sino mediante la aplicación de las teorías del artista sobre conceptos como la contemporaneidad y el estilo. No es casual que durante los años sesenta Kounellis y otros artistas del povera rechazaran la pintura, por considerar que estaba ligada a una retrógrada coherencia estilística y que era producto del propio pasado. Kounellis opinaba que el estilo era una simulación manida de una unidad ya perdida, y que, por lo tanto, debía ser superado y suplantado por una noción de paisaje roto, solo cohesionado por la vitalidad del fragmento, por los vestigios reales que ese fragmento evoca al ser transmutado por el artista.
En este trabajo, diríase que Kounellis responde al debate suscitado por la posmodernidad pictórica –y, en parte, también escultórica– respecto de las lecturas del pasado y de la capacidad que éstas tienen de intervenir en el presente. Este análisis, sin embargo, da la impresión de no acabar aquí, ya que también se refiere a una «supuesta» necesidad de eclecticismo a fin de abarcar conceptos históricos, como sostenía buena parte de la crítica posmoderna de los ochenta. Kounellis parece sugerir la importancia de una «métrica histórica» no cuantitativa ni lineal, que fluye incesante en la visión del artista. El mismo artista ha señalado que considera sus obras visionarias, y se autocalifica de «hombre antiguo y artista moderno». El tiempo histórico del material y la percepción de su propia contemporaneidad («pienso con los ojos») en un espacio vivo constituyen dos de las características principales del trabajo de Kounellis.
Sin duda, esta obra condensa buena parte de las inquietudes de este artista griego, como el concepto de referencialidad universal –el muro de piedras, poso de historia judeocristiana, más el madero vertical de una estructura de crucifixión–, que Kounellis no duda en situar dentro del marco del humanismo: «El humanismo no es una época, es una constante cultural, una perspectiva sobre el hombre, una filosofía», señalaba en 1988. Paralelamente, también se percibe su interés por lo que Gloria Moure ha llamado «aglomeración de material escénico de condición paisajística». Sus obras, que acostumbran a ser instalaciones de gran volumen espacial, juegan con visiones excéntricas y dislocadas, pero no a partir del recorrido en el espacio, sino precisamente gracias al juego de los materiales empleados y sus disposiciones. El concepto de escenografía responde a la voluntad del artista de recrear teatralmente determinadas emociones, de ritualizarlas, de congregar la vida y la historia en un marco dialéctico.