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Summer Kisses
1992
Esmalte sintético sobre madera
Medidas: 92 x 87,5 x 75,5 cm
Referencia: ACF0274
Uno de los temas reiterativos en la obra de Pello Irazu «es el de la caja, del recipiente, de algo que contiene algo», como le decía el escultor a Xabier Sáenz de Gorbea en una entrevista mantenida en 1987. «Trataba de que la forma externa del objeto obedeciese a una estructura interna, no formal, de que el tema no fuese el recipiente, su vacío interior y ese tipo de metafísicas, sino otro tipo de cosas... Hacer patente la complejidad de lo sencillo, de lo mínimo. Esta complejidad nunca se manifiesta totalmente, es el lado oscuro de las cosas, la parte misteriosa que puedan tener. Comencé a problematizar la imagen externa de los objetos, a pensar que la estructura no obedece solamente a algo formal, sino que hay algo más.» Tal proceso alcanzaría su punto culminante en algunas de las piezas realizadas por Pello Irazu durante su estancia en Nueva York.
El elemento central de Summer Kisses tanto puede hacer referencia a una mesa en un rincón doméstico interior –con las implicaciones sentimentales y biográficas o las reminiscencias personales que se quieran imaginar– como llevar al límite el aserto de Christian Leigh sobre el escultor cuando afirma que la suya «es una escultura del dentro y del fuera». Se diría que el interior se fuga del perímetro del cubo en bandas cromáticas iguales a las que envuelven al objeto en su exterior. Pero, a la vez, al espectador se le ofrece la oportunidad de entrar en la escultura, de pasearse por ella, por así decirlo, de modo que tanto el contenido como el continente se hacen interiores a la mirada. Interior y exterior se confunden en un juego perverso, roto únicamente por el talante juguetón y divertido de los colores empleados por Irazu. Colores, por otra parte, que no son industriales, sino mezclados y pintados a mano.