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Escena de caza
Título original: A Hunting Scene
1994
Transparencia cibachrome, marco de aluminio y luz fluorescente
Medidas: 183 x 253 cm
Referencia: ACF0098
Edición: 2/2


Una de las preocupaciones fundamentales de las imágenes de Wall radica, en palabras del propio artista, en «estudiar el proceso de “cristalización” [settlement], y así poder averiguar por mí mismo en qué consiste en realidad esa imagen (o fotografía) que llamamos “paisaje”. Ello me permite, asimismo, identificar los otros tipos de imagen con los que el paisaje inevitablemente se relaciona, o los otros géneros que puede contener dentro de sí».
En esta imagen nos enfrentamos a una doble intriga: la del lugar y la de los individuos que aparecen en ella. Hay además un cruce entre dos espacios: un espacio construido y un espacio obviado.
Una breve descripción de la parte inferior de la imagen (la calle asfaltada, los secos matorrales que la envuelven, los elementos abandonados en una acera sin terminar) nos recuerda lo que el antropólogo francés Marc Augé ha bautizado como «no-lugar». Se trata de lugares que no permiten la interrelación de los individuos, que nacen y mueren por azar, que se entrelazan, como en este caso, con otros espacios. Ese otro espacio, situado brevemente como horizonte entre tierra y cielo, es el lugar. Los dos individuos armados atraviesan el no-lugar para dirigirse al lugar, en actitud quizás de asalto, quizás de huida, pero siempre amenazadora. De todos modos, se intuye una cierta intranquilidad en sus pasos que hace sospechar que sus vidas no se hallan plenamente integradas en la retórica del lugar. Así, el límite o la frontera entre el no-lugar y el lugar se entrevé confuso. El complejo de casas, simétricas, recurrentes y periféricas, podría ser igualmente un no-lugar, ya que no se sitúan nunca en el centro de nada.
Se trata de una escena a la que el propio Wall se refiere como inspirada en la película La caza (1965), de Carlos Saura. El empeño de Saura en aquellos años era mostrar las contradicciones de una burguesía española franquista y autodestructiva. En La caza, los personajes están encerrados en un coto del que no pueden evadirse, que muestra una sociedad nauseabunda, masoquista e insatisfecha. Evidentemente, La caza (que debería haberse titulado La caza del conejo, título que sin embargo fue prohibido por sus connotaciones sexuales) recurre a la metáfora de la persecución de animales como sustituto de la violencia del hombre contra el hombre. En esta obra, Jeff Wall se aproxima no solo a la narratividad cinematográfica, sino también a los motivos «de caza» de la pintura tradicional, para «atravesar» con la fotografía estas otras dos disciplinas y llamar nuevamente nuestra atención sobre temas que aun hoy nos son cercanos, como la violencia, el desarraigo y la marginalidad.