Günther Förg
Alemania, 1952
Alemania, 2013
Volver
Günther Förg estudió Arte en la Academia de Bellas Artes de Múnich desde 1973 hasta 1979. Celebró su primera exposición individual en 1980 y, desde entonces, ha desarrollado su labor de forma simultánea en disciplinas tan aparentemente distantes como la pintura, en cualquier soporte imaginable –lienzo, madera, cobre, aluminio, plomo, así como sus variantes en obra gráfica y acuarelas–; la escultura, en escayola sobre madera y en bronce; y la fotografía, casi exclusivamente de arquitectura y retratos femeninos. El denominador común a su producción en las diversas disciplinas es la obsesión de Förg por el espacio, una preocupación que resulta evidente al ver cómo entremezcla, sin singularizarlas, las piezas que provienen de distintos campos en sus montajes, y como estos son, en sí mismos, una introspección en el ámbito de la sala –para lo que el artista no duda en pintar sus muros e incluir espejos que reflejan y repiten obras, de modo que, se ha dicho, el local se transforma en cuadro–. Asimismo, la paginación y la composición de sus catálogos tienen cierto carácter peripatético, como si, en realidad, el lector se estuviese desplazando por el ámbito de una sala de exposiciones en lugar de pasar las páginas de un libro. El propio artista ha descrito las variantes de su trabajo de forma tan explícita como didáctica: «He recurrido a la fotografía para que mi trabajo esté más cerca de la “realidad”. La acuarela me brindó la oportunidad de seguir las huellas de la pintura mural. Posteriormente, la estructura de determinadas acuarelas se traslada al relieve en bronce. Y los principios de los relieves, por su parte, se reflejan en mis dibujos y en la obra gráfica». Son varios los críticos que coinciden en situar su personalidad y su obra en el centro último de agitación de los conflictos entre constructivismo, minimalismo, arte povera y arte conceptual, y también en el polo opuesto al neoexpresionismo pictórico que parecía dominar la escena alemana en los primeros años de los ochenta.
Mariano Navarro