Martí Anson (Mataró, 1967) proviene de la tradición conceptual, y es por ello que su obra está determinada por las cuestiones que remiten a la propia idea del arte, así como a sus procesos de producción. Mediante vídeos, instalaciones y fotografías, el espectador, cuya experiencia es fundamental en sus trabajos, se encuentra involucrado en espacios de tiempo alterados, lo que frustra sus expectativas de percepción. Un buen ejemplo es L’apartament (2002), maqueta a escala 1:1 construida en base a los manuales de buenas prácticas de arquitectura y decoración, cuya distribución espacial heterodoxa contradice por definición las convenciones de nuestra propia experiencia. Otro de los conceptos fundamentales de su labor es la exploración de las paradojas del tiempo como fuerza de trabajo. Así, en Fitzcarraldo (2005), durante 55 días, el artista construye un barco en un espacio del que no podrá salir. Sus reproducciones y simulaciones nos retan a cuestionar la lógica de las cosas, a ironizar sobre la labor del arte y las instituciones.