Javier Baldeón realizó sus estudios en Madrid, ciudad en la que reside y trabaja. Inició su actividad artística en el campo de la pintura durante la primera mitad de la década de los años ochenta, siendo todavía estudiante, y en 1984 presentó su primera exposición individual en la galería Fúcares de Almagro. Entre 1987 y 1989 obtuvo una beca para residir en la Casa de Velázquez de Madrid. En esos años maduró su lenguaje artístico partiendo de la negación de la representación en pintura: en series como la denominada «56 golpes» presentaba cuadros rotos intentando que el cuadro fuese algo real. A finales de la década de los ochenta introdujo en sus cuadros un modo peculiar de representación mediante sombras con grandes planos esmaltados y luminosos en los que se insinúan formas reconocibles. A principios de los años noventa inició distintos trabajos fotográficos, mezclando indistintamente su práctica pictórica y fotográfica. En la segunda mitad de la década, fruto de esa relación entre fotografía y pintura, Baldeón volvió a realizar cuadros con superficies esmaltadas a partir de trabajos fotográficos en los que explora la tensión entre la realidad fotográfica y la abstracción en la pintura.