Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925) se incorpora al grupo El Paso en 1958, un año después de su fundación, y aporta a este colectivo unas posiciones plásticas acaso menos dramáticas y más orientadas a la investigación estrictamente formal. En su trabajo escultórico aparece muy pronto un tema o elemento expresivo de gran protagonismo, la espiral, con la que el artista canario indagará sobre las relaciones entre las fuerzas de la naturaleza y la capacidad de la materia para representar el movimiento. Las obras de Chirino parecen combinar tradiciones de períodos muy distintos. Así, el uso insistente del hierro remite a las culturas arcaicas íberas y africanas, mientras que la sinuosidad de sus volúmenes recuerda a las esculturas de Barbara Hepworth y, sobre todo, de Henry Moore, especialmente aquellas que se sitúan al aire libre. Finalmente, cabe destacar el sentido lírico pero al mismo tiempo rotundo de las piezas realizadas por Chirino, fruto, quizás, de sus contactos con algunos poetas destacados del momento, entre ellos Sylvia Plath, Ted Hughes, Domingo Pérez Minik y Pedro García Cabrera.