Manolo Millares (Las Palmas de Gran Canaria, 1926 - Madrid, 1976) fue uno de los artistas españoles de los años cincuenta y sesenta con un lenguaje plástico más original. Aparte de su notorio protagonismo en la creación de colectivos como LADAC (Los Arqueros del Arte Contemporáneo) y, sobre todo, el grupo El Paso, en 1957, Millares conjugó significativamente, y sin desestimarlos, lenguajes pictóricos tan aparentemente opuestos como el surrealismo, las poéticas informales –muy en boga en aquellos momentos– y una reinterpretación arqueológica del arte guanche canario. A partir de 1960 sus pinturas incorporaron un material, la arpillera, que desde entonces quedaría definitivamente asociado a su obra, dotándola de una expresividad y de un sentido escultórico ya célebres. Por otra parte, el uso de una paleta cromática muy severa, reducida al blanco, el rojo y el negro, proporcionaría a sus lienzos un sentido hondo, insondable y, en cierta forma, cinematográfico. Sin embargo, Millares no sólo investigó aspectos estrictamente formales o técnicos, sino que también dotó a la abstracción de una dimensión narrativa, literaria y filosófica, según expresan muchos de los títulos de sus cuadros, como Sarcófago para un indeseable (1960) o las series tituladas «Homúnculos» (1964) y «Antropofaunas» (1971), entre otras. A todo ello cabe añadir el singular desgarramiento que transmiten sus obras, así como los vínculos simbólicos de ese dramatismo con la situación de aislamiento y oscuridad vivida en España durante el período histórico que le tocó vivir.