Carlos León
España, 1948
Volver
La obra de Carlos León empieza a darse a conocer a partir de la década de los setenta, cuando expone con un grupo de artistas abstractos a su vuelta de un productivo viaje a París, donde se integra –e integra a un cierto grupo de pintores españoles de su generación– en la corriente del Supports-Surfaces.
En la década de 1990, tras una estancia en Nueva York de siete años durante la que descubre de primera mano el expresionismo abstracto norteamericano, surge una novedad en su trabajo que será definitiva: decide cambiar el lienzo por el Dibond como superficie, y esto le lleva a abandonar los pinceles para trabajar directamente el óleo con los dedos. Experimenta así constantemente con veladuras y manchas, obteniendo como resultado un contraste de máximo interés entre lo manual y artesanal en la aplicación de la pintura y la frialdad de la superficie de trabajo que le aporta este nuevo material.
Su obra, siempre enmarcada en los parámetros abstractos, también es defendida por el propio artista en sus reminiscencias figurativas, porque el mismo León habla de «bosques y frondas, carne y cuerpos» como inspiración para sus pinturas.
Configuran su obra las transparencias, veladuras y superposiciones, en un juego nervioso, en un afán constante por llegar a la abstracción desde el expresionismo, y de todo ello es un buen ejemplo este Red Fandango, donde también podemos intuir algunas de sus otras influencias: la pintura oriental y la huella del artista Cy Twombly. La sustancia de su pintura se completa con un interés cromático de gran riqueza que el artista domina plenamente; en este caso los protagonistas de la obra son las gamas de carmines y rojos.
Virginia Torrente