Salvador Juanpere
España, 1953
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Salvador Juanpere (Tarragona, 1953) inicia su trayectoria en los años ochenta, convirtiéndose muy pronto en uno de los más significados artistas de lo que se denominó «nueva escultura catalana». Desde un primer momento su trabajo se desarrolla en una clara vecindad con las tradiciones minimalista y povera, intentando hallar una feliz intersección entre estas dos poéticas de la escultura contemporánea (Fulla rasant i punxa, 1986). En los últimos años su labor se ha desplazado hacía una explícita conversión del propio quehacer escultórico en el tema central de su trabajo; así, peanas, yunques, palés o cajas de herramientas se convierten en objetos poetizados, reelaborados habitualmente con materiales nobles. Es el caso de la instalación Gli instrumenti dell’arte (2005), donde muestra una reproducción en madera de sus enseres más utilizados juntamente con fragmentos y restos de obras anteriores. Este giro metalingüístico, resuelto con un gran virtuosismo técnico, ha situado la obra de Juanpere en una sostenida reflexión sobre el oficio escultórico, sobre sus procesos y métodos y, ante todo, sobre la experiencia del encuentro directo con los materiales. Esta focalización hacía la propia tarea del escultor se amplifica también con las citas literales de artistas históricos (Bernini, Oteiza, Judd o Penone). Esta ingente constelación de referentes, formulada con un claro talante nostálgico, parece sentenciar la clausura de un oficio otrora cargado de principios humanistas que, a día de hoy, solo puede ser actualizado como un recuerdo vulnerable. En esta perspectiva, es muy elocuente como Juanpere evoca la obra de Brancusi Muse endormie, que a principios del siglo XX inicia el camino de la modernidad escultórica, en su Muse épuisée (2013), una pieza de mármol perforada por palabras que confinan la escultura a su propia literalidad. Juanpere ha llevado la práctica de la escultura a todas sus aplicaciones posibles, desde el trabajo a pequeña escala hasta la escultura pública permanente. Un ejemplo de este último interés es Viatge global, viatge local, viatge personal (2008), realizada en los muros de acceso a la estación de metro de Roquetes de Barcelona. Consta de 487 placas perforadas con palabras que tratan de reflejar el imaginario del barrio desde el año 1953, en el que fue construido. La forma y el color de las planchas recuerdan a los subrayados fluorescentes que se utilizan en los textos para destacar aquello importante. Se trata, en consecuencia, de un ejercicio de visibilización de la memoria.