Jean-Marc Bustamante
Francia, 1952
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Este artista francés empezó su formación en fotografía como ayudante de William Klein a finales de la década de los setenta, y a comienzos de la década siguiente se dio ya a conocer tanto por su trabajo en este ámbito como en el de la escultura. Entre 1983 y 1987 colaboró con el también escultor Bernard Bazille, y firmaron sus obras con el nombre de BazilleBustamante. Pasó entonces a dedicarse él también a la escultura, y presentó sus primeras piezas en la galería Ghislaine Hussenot de París en 1988. El propio artista se definía en estos términos en 2012: «Estos últimos años he impartido pintura en la Kunstakademie de Múnich, pero en realidad no soy pintor. . . Ni fotógrafo, ni escultor. Me gusta aprender un medio a través de la enseñanza. Fui profesor de escultura en la Rijskakademie de Ámsterdam durante varios años. Ahora intento explorar la pintura, por eso imparto la materia». Quizás porque para Bustamante el arte es por encima de todo una experiencia de la mirada, sus trabajos más destacados son aquellos en los que utiliza el medio fotográfico, como en las series «Tableaux» y «Lumières», que le dieron a conocer en el circuito artístico internacional, hasta el punto de mostrar parte de las mismas como único representante del pabellón francés en la 50ª edición de la Bienal de Venecia, en el año 2003. En la serie «Tableaux», iniciada en 1977, muestra su continuado interés por un paisaje un tanto desnaturalizado, con cierto carácter de artificialidad y marcado acento anodino, surgido tras pasar largas temporadas en una casa cercana a Barcelona. Sin embargo, en la dilatada serie «Lumières», iniciada en 1987, aparecen interiores arquitectónicos en los que, en mayor o menor grado, la figura humana adquiere cierta presencia. Pero quizás la luz que irrumpe en ellos, definiendo marcados claroscuros, sea la absoluta protagonista de las imágenes resultantes, hasta tal punto que da título a la serie: Lumières (luces). La particularidad de esta última serie estriba en el tratamiento que da a las imágenes fotográficas, puesto que se trata de serigrafías sobre plexiglás que se presentan distanciadas unos centímetros de la pared para que se establezca un juego de sombras muy particular entre las imágenes (que suelen ser en blanco y negro o bien viradas a un único tono) y las sombras que las mismas proyectan sobre el muro situado tras ellas. De hecho, el resultado final se convierte en una extensión del medio pictórico, supera la bidimensionalidad de la imagen y alcanza así un carácter casi escultórico. En cuanto a los espacios arquitectónicos seleccionados por Bustamante, en un principio se inclinó por la evocación del mundo infantil: escogió fotografías de escuelas que serigrafió sobre plexiglás. En obras más recientes retoma imágenes de Internet de interiores de discotecas para jóvenes, que tras el proceso de manipulación que les impone el artista, aparecen poco nítidas, como tratando de poner de relieve el proceso usado para transformar las imágenes. El propio artista resume en estos términos la evolución de su trabajo: «Empecé fotografiando la tierra y su naturaleza caótica, como los solares, los espacios transitorios, los límites de las ciudades, los espacios inestables, y ahora estoy cada vez más interesado en el aire, la luz, el cielo, el color».
Glòria Picazo