Joan Hernández Pijuan
España, 1931
España, 2005
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Si una sola frase puede definir a un artista, lo que es sumamente difícil cuando su obra posee la diversidad y el calado de la de Joan Hernández Pijuan, esta podría ser una de las primeras que pronunció en la lectura de su tesis doctoral: «La práctica de la pintura es una forma de conocimiento». A la pintura ha dedicado exclusivamente su labor, y por ella ha reunido conocimientos que lo convierten en maestro de artistas.
Aquella lectura que hizo en febrero de 1988 nos proporciona los datos, el análisis y los conocimientos fundamentales sobre su personalidad artística y sobre su obra. Fue alumno de la Llotja entre 1945 y 1947 y posteriormente, entre 1952 y 1956, de la Escola Superior de Belles Arts de Sant Jordi, ambas en Barcelona. En 1955 realizó su primera exposición individual, que fue presentada por Rafael Santos Torroella.
Durante los años 1957 y 1958 residió en París, donde estudió técnicas de estampación, descubrió y estudió el arte de la primera mitad del siglo XX e inició la búsqueda que ha considerado siempre su preocupación principal: el espacio visual.
Durante los años sesenta, Hernández Pijuan pintaba sobre fondos monocromos figuras simples –una copa de cristal, unas tijeras, un huevo– que rompen la planitud del cuadro y fingen un corte o una ranura por donde se vislumbra, cerrado, un espacio ulterior. En la exposición retrospectiva «Espacios de silencio», celebrada en 1993 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Pijuan eligió como fecha inaugural de su trabajo pictórico –o, al menos, del que él mismo consideraba «museable»– el año 1972. Los paisajes que pintó aquel verano le convencieron de que empezaba a alcanzar su independencia.
Su obra de los años ochenta se caracterizó por la vuelta al dibujo y la espontaneidad de tratamiento de los temas, por lo general abordados en series en las que la subjetividad del pintor marca su propio territorio. En los años noventa, a una auténtica explosión y multiplicación cromática se añadió el tratamiento rítmico de la superficie pintada. Sus obras del siglo XXI llevaron esos rasgos a una de las formulaciones más ricas y densas de la pintura internacional.
Entre 1992 y 1998, Hernández Pijuan fue decano en funciones de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, además de Académico Numerario de la Real de Bellas Artes de San Fernando. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) de Madrid y el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) le dedicaron sendas retrospectivas importantes. Participó en el pabellón de Italia de la Bienal de Venecia (2005).
La Colección ”la Caixa” de Arte Contemporáneo atesora casi una veintena de pinturas del maestro, que recorren desde los momentos iniciales, en los que se encontraba inmerso en las corrientes informalistas abstractas de finales de los años cincuenta y sesenta, que él mismo consideraba, como hemos apuntado antes, un período previo a la irrupción del verdadero Hernández Pijuan, con cuatro piezas tituladas Pintura 3-63 (fechada oficialmente en 1964, pero que por el título debe ser del año anterior), Nus vertical (1963), Movimiento blanco sobre fondo negro y pardo y Cuadro blanco sobre fondo azul intenso (ambos de 1964), hasta Dues flors sobre blanc (1987), Flor (1999) y Terra d’ombra 2 (2001).
Tríptic I (1977) y Vertical (1978) son magníficos ejemplos de sus análisis de pincelada y color, que los críticos aproximaron a las prácticas minimalistas.
El significativo conjunto de sus pinturas de los años ochenta, clave en su transición a una formulación del paisaje ajena a las diferencias entre abstracción y figuración dinámica, nos deja el impresionante Xiprers a Folquer (1985), Paisatge ocre 2 (1987) y Espai ocre (1989), así como dos atractivas obras de flores: Dues flors sobre blanc, de 1987, y otra del año siguiente, Flor verda.
Finalmente, pero no por ello menores, ni en calidad ni en importancia, otro cuarteto de piezas de los noventa y primeros años de la década del 2000, la mayoría con reminiscencias orientales: El Marroc hi és present II (1993), una Memòria de l’Alhambra I (1994), y otra Memoria del sur 5 (2002), ambas «negras»; y una pintura «blanca» de sólidas y rotundas propuestas rítmicas abstractas, Solcs amb llum d’argent (1997).
Hernández Pijuan recibió diversos galardones a lo largo de su carrera, entre ellos el Premio de la Dirección General de Bellas Artes en 1957, el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1981 y la Creu de Sant Jordi en 1985, así como los premios Ciudad de Barcelona a la Artes Plásticas y Nacional de Arte Gráfico, en los años 2004-2005.
Mariano Navarro
Otras obras del autor dentro de la colección
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Memoria de la Alhambra I / 1994
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Espacio ocre / 1989
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Cipreses en Folquer / 1985
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Tríptico I / 1977
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Nudo vertical / 1963
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Marruecos está presente II / 1993
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Vertical / 1978
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Paisaje ocre 2 / 1987
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Dos flores sobre blanco / 1987
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Flor verde / 1988
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Surcos con luz de plata / 1997
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Flor / 1999
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Tierra de sombra 2 / 2001
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Memoria del sur 5 / 2002
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Cuadro blanco sobre fondo azul intenso / 1964
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Pintura 3-63 / 1964
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Movimiento blanco sobre fondo negro y pardo / 1964
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Flores sobre blanco / 2003