Formado como arquitecto, su trabajo se desarrolla en el campo de la escultura formal y en la instalación de gran formato, y a veces adquiere las características de un site-specific creado para un edificio o lugar determinado. El análisis de las interferencias espaciales, de la transformación del urbanismo en escultura, de la mímesis y el significado de los materiales, en muchas ocasiones de construcción, son particularidades destacables en su obra. Interesado a su vez en la revisión de la historia del arte, la seducción que le producen algunas de sus grandes figuras son inspiración para muchas de sus piezas: Dávila hace abstracción de los momentos históricos para centrarse en el trabajo del artista objeto de estudio, en su búsqueda de la pieza escultórica ideal, con cierta dosis de crítica y parodia. La poesía y las matemáticas, y sobre todo la arquitectura y el urbanismo, le llevan a jugar con las múltiples y casi infinitas posibilidades de los órdenes geométricos, con la aritmética y el azar como elementos de gran importancia en el orden escultórico. La obra Bicho gigante I, que toma como punto de partida los experimentos modulares de Lygia Clark, es una propuesta que deriva hacia lo arquitectónico, evocando la línea constructiva de la tradición escultórica moderna, que en el caso concreto de Clark incluye la posibilidad de modificación constante de los volúmenes en el espacio expositivo.