Esther Ferrer
España, 1937
Volver
La utilización del propio cuerpo y del autorretrato es central en todo el trabajo de Esther Ferrer (San Sebastián, España, 1937). Miembro del grupo ZAJ, uno de los puntales del arte conceptual en España, Ferrer se ha convertido en la performer más importante de España, fiel a un clasicismo y a una independencia primigenia. En su deriva formalista tiene una gran importancia su trabajo fotográfico, del que forma parte esta versión del 2004 de El libro de las cabezas, una versión más de su serie «Autorretrato en el tiempo». En ésta, que desarrolla desde 1982, Ferrer utiliza su autorretrato como elemento de medida del tiempo, del paso y de las variaciones que el mismo realiza sobre su rostro en fotografías tomadas desde un punto de vista idéntico, con la misma luz y en la misma posición, y que va cortando en dos partes y mezclando entre sí, lo que inevitablemente forma un solo autorretrato que se mezcla, altera y repite a lo largo de los años, sin que la persona retratada cambie sustancialmente.
En el El libro de las cabezas también entran otros trabajos paralelos de Esther Ferrer, que siempre ha utilizado su autorretrato para trabajos de crítica social y de desarrollo puramente formal, estirando, condensando, deformando y alterando su rostro a partir de métodos matemáticos, repeticiones variables y un trabajo intelectual que tiene sus raíces en la filosofía, la música y la reinterpretación del mundo y sus causas. El uso de su propio rostro no obedece a una causa obsesiva sino a que, dada la larga duración de la realización de sus trabajos y a la necesidad de que el modelo sea siempre el mismo, resultaba muy complicado poder contar con ningún modelo que durante décadas estuviera disponible. Esa austeridad de medios y esa lógica del mínimo coste están presentes también en sus performances, una austeridad que le ha garantizado durante décadas una independencia política y económica en coherencia con sus actitudes y principios sociales.
El tiempo, la repetición, el infinito y la presencia son los elementos constitutivos de una de las obras esenciales en la historia del arte actual. A partir de esos conceptos, la artista construye series de trabajos que van desde la performance hasta la instalación, sin olvidar el ready-made, la fotografía, el dibujo o la pintura. Es precisamente esta libertad formal y conceptual lo que confiere a todo su trabajo una unidad intelectual que difícilmente se puede encontrar en una trayectoria tan larga y variada. Las matemáticas y el ritmo musical, la idea de que todo el movimiento es repetición y que, a su vez, la repetición solo existe como versión, son partes de una filosofía existencial que define toda su trayectoria.
Rosa Olivares