Ugo Rondinone
Suiza, 1964
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Este artista suizo de familia italiana estudió en la Hochschule für angewandte Kunst de Viena con el artista Ernst Caramelle entre 1985 y 1990, y a finales de la década de los noventa se instaló definitivamente en Nueva York. En el 2007 representó a su país en la Bienal de Venecia. En el 2013 ha presentado una obra pública en la Rockefeller Plaza de Nueva York. Se trata de Human Nature, una instalación compuesta por nueve monumentales figuras totémicas, esculpidas en piedra procedente de una cantera del norte de Pennsylvania.
Artista multidisciplinar, ha desarrollado una intensa carrera internacional mediante la escultura, la fotografía, el vídeo, la pintura, el dibujo y el sonido, y en especial creando entornos sorprendentemente sensoriales, en los que el espectador puede experimentar una experiencia sinestésica. Asimismo, en el caso de Rondinone lo poético y lo espiritual se enfrentan a lo cotidiano, cercano e incluso banal, como pueden ser una simple bombilla, una fruta o un árbol. Sus símbolos, ya sean árboles, estrellas o payasos, son universales, cercanos y cualquiera puede identificarse y tener una conexión con ellos. Según sus propias palabras, «la obra crece en un realismo personal y emocional» y el espectador, más que tratar de entenderla, debería tratar de sentirla.
Rondinone empezó interesándose por el tema del árbol en 1997, cuando partió de manzanos reales, con sus troncos y ramas envueltos en caucho, para instalarlos en el espacio expositivo: Moonlight and Aspirin. Posteriormente realizó un nuevo grupo de árboles mediante moldes en resina semitransparente y base de plexiglás, como se aprecia en Across Dark Stream of Shooting Stars, del 2004. Finalmente llevó esta temática a la serie de grandes olivos del sur de Italia, fundidos en aluminio pintado en blanco, que creó para Air Gets into Everyting even Nothing, del 2006-2009. A raíz de la exposición en el MUSAC de León en el 2009, Madeleine Schuppli recogía en estos términos la importancia del árbol en el trabajo de este artista: «La escultura de Ugo Rondinone representa el árbol de forma muy arcaica. Ocupa el espacio como una criatura poderosa y emana una presencia de peso pero frágil. La presencia del árbol tiene una calidad fuertemente autoevidente; sin embargo, el árbol no puede “ocultar” su desarraigo, y por tanto su extrañeza en el espacio expositivo». Para este artista, sus árboles son una representación artificiosa de la naturaleza: al ser instalados en el espacio museístico su carácter artificioso se magnifica y, aunque evidentemente el árbol siempre alude a la vida y al transcurrir del tiempo reflejado en sus anillos, en su caso se convierten también en una ilusión.
Rondinone relaciona el efecto de simplicidad y pureza, de partir de lo básico y cercano, con su interés por la escritura de Samuel Beckett. «Me interesa la estructura tan definida y precisa de su escritura. No hay accidentes y reduce el lenguaje a lo esencial. Jamás da un valor, o cuando da un valor, lo devalúa con una nueva frase… Muchos artistas se han inspirado en Beckett, de Duchamp a Jasper Johns. Cuando quieres hacer algo básico, vuelves a Beckett.»
Glòria Picazo