Gabriel Díaz Amunarriz
España, 1968
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Este artista navarro, que se define como «conceptual y artesano», toma el paisaje como fuente de inspiración para sus indagaciones, y denomina «restos objetuales» a las piezas producidas con materiales escultóricos puros, como es el caso de , en la que el mármol, perfectamente pulido, se presenta como un elemento de pared casi en levitación, depurando el peso original de la piedra. El problema espacial y su fluidez constituyen la poética que tiñe durante una época su trabajo como escultor. Su interés por las materias puras le lleva a intentar superar las restricciones de dichos soportes, persiguiendo la inmaterialidad mediante la ruptura de sus leyes físicas de peso y volumen. Formas siempre bellas, en equilibrio con las normas artísticas del orden clásico, buscan como resultado un placer visual y sensorial en su etapa como escultor, siempre cercano a la raíz de la obra, la esencia, la invisibilidad desde lo abstracto. Dada su atracción por la naturaleza, una constante en su trabajo en una búsqueda de lo sublime, la exploración fuera del estudio va cobrando mayor sentido y, con el paso del tiempo, Díaz Amunárriz se aleja de la escultura y la instalación y traspasa sus investigaciones al campo del vídeo y la fotografía, como soportes que le sirven de mayor ayuda en esta prospección espiritual que desea transmitir. Este interés se concreta en unos viajes que son de peregrinaje a lugares sagrados, como inspiración de una creación artística que, desde hace unos años, se materializa en pequeños metrajes.
Virginia Torrente