Los primeros años de actividad de esta artista madrileña estuvieron presididos por la pintura. Posteriormente, también se ha interesado por la instalación, la infografía y la animación. Combinando conocimientos mitológicos y antropológicos, una innegable vena literaria más que textual o perifrástica y un tipo de figuración que hacía lo propio con las fórmulas clásicas y contemporáneas –en este caso tanto la mirada de Odilon Redon como las formas incipientes de Miquel Barceló, por ejemplo–, Pilar Insertis pintaba hacia 1985, año de sus primeras apariciones públicas, al hombre en sus remotos orígenes, próximo a lo simiesco –así Homo Antiquus–, o personajes de los relatos clásicos, abrumados por el paisaje brutal que los envuelve y subsume. Comparte con otros artistas coetáneos inmediatamente precedentes, como María Gómez (1953) o Chema Cobo (1952), el interés por una escenografía y unas dramaturgias históricas opuestas, o al menos de muy diferente calado, a las iconoclastas apropiaciones o relecturas posmodernas de los transvanguardistas italianos.