Lucio Muñoz
España, 1929
España, 1998
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La obra de Lucio Muñoz (Madrid, 1929-1998) ocupa un lugar de gran singularidad en el contexto del arte español de la segunda mitad del siglo XX. Su posición distante respecto al expresionismo del grupo El Paso, así como la particular relectura que planteó sobre las corrientes informalistas, hicieron de él un genuino continuador de la gran pintura parisina de los años cincuenta. Heredero de Jean Dubuffet, Otto Wols y Jean Fautrier, entre otros, hacia 1958 comienza a experimentar con un material, la madera, que definirá por completo su trayectoria posterior. Sin alejarse nunca del lenguaje abstracto y utilizando una paleta cromática rigurosa y severa, Muñoz consigue atmósferas llenas de misterio, superficies intensamente trabajadas, mediante desgarros, quemaduras y cortes, que evidencian un notable conocimiento del oficio de la pintura. Finalmente, merecen destacarse dos obras de gran formato, concebidas para edificios públicos, que otorgaron gran celebridad al artista: el espectacular retablo para la basílica de Aránzazu en Oñate y, por último, el imponente mural que preside la Asamblea de Madrid.
Valentín Roma