Andreas Slominski
Alemania, 1959
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Andreas Slominski inició estudios de filosofía para luego ingresar en la escuela de arte. Mientras estudiaba arte empezó a interesarse por los artilugios de caza, en concreto las trampas, y a coleccionarlas. En 1984 expuso esas trampas como obras de arte, y son precisamente las trampas de toda índole, para diferentes animales y con distintos aspectos, las que han caracterizado el grueso de su obra. Con las trampas, Slominski introducía en el mundo del arte un elemento en principio ligado a la naturaleza. En un proceso heredero del ready-made duchampiano, estos objetos aparecían llenos de contradicciones, al ser naturales y artificiales al mismo tiempo y, sobre todo, adquirían un valor metafórico relacionado con la fatalidad de la vida y su reverso, la muerte. De hecho, estos elementos han definido conceptualmente la obra de Andreas Slominski, que durante la década de los años noventa realizó una serie de obras, caracterizadas por la tensión entre naturalidad y artificialidad, en las que ciertos actos cotidianos o banales se realizan con extrema complejidad. Así, durante su participación en 1997 en Skulptur Projekte Münster propuso una obra que consistía en colocar un neumático de bicicleta alrededor de una farola pero, en lugar de introducir el neumático desde arriba, realizó un agujero para sacar la farola, colocar el neumático y volver a instalarla. Desde entonces, Slominski ha insistido en la elaboración de objetos en los que la tensión entre naturalidad y artificialidad se ha hecho cada vez más aguda, hasta llegar al paroxismo de bicicletas estáticas sobrecargadas o trampas de grandes dimensiones. Ha sumado así a sus propuestas un elemento de sentido del humor e ironía. En la primera década de los años 2000, instituciones como la Fondazione Prada de Milán y el Museum für Moderne Kunst de Frankfurt han dedicado grandes exposiciones retrospectivas al trabajo de Slominski.
David G. Torres