Adolfo Schlosser
Austria, 1939
Austria, 2004
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Adolfo Schlosser vive desde 1966 en España, donde se instaló tras abandonar su país natal para evitar ser llamado a filas, y es aquí donde ha desarrollado su carrera artística.
Su padre era ceramista, y su vida infantil transcurrió en una casa-taller en medio de un bosque que tenía que atravesar a pie para asistir a la escuela. Sus primeras pinturas tenían como material los óxidos empleados para hacer los esmaltes.
En 1953 inició estudios de escultura en Graz; cuatro años después comenzó a estudiar pintura en la Academia de Bellas Artes de Viena. Aunque había viajado a Italia en 1956, su aventura nómada más importante consistió en los cuatro años que permaneció en Islandia trabajando en un barco bacaladero. Allí conoció a obreros españoles, leyó a Federico García Lorca y a Jorge Guillén, y tuvo la idea de emigrar a España. Más tarde, en 1966, llegó a Madrid en compañía de la artista Eva Lootz. Siete años después presentó su primera exposición individual en la galería Ovidio: dibujos en el espacio con materiales plásticos y metálicos. Al año siguiente se incorporó al equipo de la galería Buades, que reunía a muchos de los artistas que renovaron el horizonte de la plástica española en los años de la transición. Allí expuso Schlosser, por primera vez, en 1977.
Su personalidad y su obra han sido siempre excepcionales y singulares, independientes de toda influencia y solitarias en el arte internacional. Actualmente vive en un pequeño pueblo de la sierra madrileña, Bustarviejo, en contacto permanente con el bosque. En 1991 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas.
Mariano Navarro