Johannes Kahrs
Alemania, 1965
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Las pinturas de Kahrs pueden partir de una fotografía, un fotograma de una película, una imagen de prensa, etc. Estos fragmentos de procedencia diversa son reinterpretados, descontextualizados de su significado original y reconvertidos en ficciones, como terreno borroso y fantasmal que el artista convierte en pinturas de la no-realidad, buscando la ambigüedad en el mensaje transmitido, que no pretende denunciar nada, a pesar de su origen. Kahrs se interesa por los problemas de la representación que parten de las ideas de Cézanne sobre la visión artística, que es diferente de la real. Así, la fotografía y el vídeo son los modelos para reproducir en el lienzo, descolocando y dando la vuelta al orden establecido de los soportes, reproduciendo el pixelado y las calidades de lo digital mediante el pincel. Lo pintado no es copia de una pantalla de televisión: es como el ojo lo percibe. Sus pinturas de gran formato o sus dípticos, como en el caso de Untitled (Deserted Flat), nos remiten a unas imágenes inquietantes, nunca confortables para el espectador, que le enfrentan a un recorte de una historia, sin aportarle ningún dato ni pista sobre el origen de la misma. Kahrs enfatiza el resultado con una paleta fría, donde las gamas de grises y malvas son de su predilección. De esa fascinación por las imágenes cinematográficas –con especial interés por las películas de terror—, los grandes formatos y los colores agresivos, Kahrs ha ido suavizando la temática de sus obras y también la paleta, así como disminuyendo la escala de sus pinturas, sustituyendo las imágenes robadas por retratos parciales en primeros planos, igualmente inquietantes, por otro lado, que sus trabajos anteriores.
Virginia Torrente